viernes, 7 de febrero de 2020

"...LA LLAVE QUE ABRE LOS TESOROS DE MI CORAZÓN..."




               Sor Benigna Consolata Ferrero entró en la Historia de la Mística Católica por ser un alma confidente del Divino Corazón de Jesús, gracia muy especial de la que han gozado sólo pocos Santos. Desde el anonimato de la clausura, escribía cuanto le dictaba el Sagrado Corazón de Jesús, como lo hiciera el Señor con Santa Gertrudis, de modo semejante a Santa Margarita María de Alacoque y como volverá a pasar con Sor Josefa Menéndez.



De los Dictados de Jesús 
a Sor Benigna Consolata


               "La confianza es la llave que abre los tesoros de Mi infinita Misericordia.

               ¿Sabes cuáles son las almas que más gozan de Mi Bondad? Son aquellas que más confían en Mí. Las almas confiadas son las más ladronas de mis gracias. Escribe, pues, que el placer que experimento en un alma confiada es indecible.

               Si clavaran las manos a un ladrón, ¿podría robar aunque quisiera? Si clavaran las manos a un asesino, ¿podría seguir matando? Pues bien, Benigna Mía. Yo Me he dejado clavar las manos para no poder, por decirlo así, castigar a los pobres pecadores. Escribe esto y me agradarás: ¡quiero que vean lo mucho que les amo!. Sufrió tanto Mi cabeza con la corona de espinas y también Mis ojos por la sangre que entraba en ellos; apenas podía abrirlos; pero de vez en cuando los abría para mirar con mucha compasión a Mis verdugos.

               Si quieres salir del estado de imperfección  en que te hallas, que tanto deploras y del que no puedes verte libre, conviene que hagas dos cosas: que no te fíes de ti, y que confíes en Mí. No basta la una sin la otra; sería un carro al que le faltara una rueda, no podría marchar sin una sola.

              No son las fragilidades las que detienen la Obra del Amor en un alma; son los rodeos del amor propio, y la estima de sí.

              Así es, esta oracioncita sola "Me fío de Ti" Me arrebata el Corazón, porque en esta oración están comprendidos la Confianza, la Fe, el Amor y la Humildad.

               Alma religiosa, ¡cuántas veces no has visto que el soplo del viento hacía ondular las hierbas! Cómo las movía ligeramente, y de pronto se doblaban, y después, cuando el aire cesaba, volvían a su primera posición.

              Así hace el Espíritu Santo con las almas fieles. Las mueve, pero con mucha suavidad. Y el alma fiel sigue el impulso. Así, cuando el Espíritu Santo da una inspiración, aunque brevísima por la duración, el alma se presta a seguirla, y después vuelve igualmente a lo que hacía; ésta es la flexibilidad que el Espíritu Santo quiere encontrar en un alma para cumplir en ella Su Obra de Amor..." 






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