Hora Santa en Le Fresne. Él: "No Me digas que no vienes a Mí con mayor confianza que a otro amigo de la Tierra. Porque conmigo estás plenamente ‘en tu casa’. ¿No es cierto? Y conviene que así sea, pues Yo Soy, para cada alma, el Único, el Incomparable. Ofrece a Mi Padre este intercambio de sentimientos en unión con la mutua Comunicación de las Tres Divinas Personas. Después de tus comuniones ofrécele no solamente Mi Cuerpo, sino también las perfecciones de Mi Alma: Fuerza, Dulzura… las Virtudes que tú prefieres en Mí, para ayudar a las debilidades y desfallecimientos de la tuya.
En Mí encuentras todo lo que puede ayudar a tu amor. No temas servirte del que tanto te ama. Despliega tu confianza como una tela de seda para envolver todo lo que deseas y pides. Con eso Me vencerás. ¡Mi Corazón es tan fácil de vencer por todos vosotros que sois Mis hijos! Ante una ternura llena de humildad, Yo no tengo defensa.
Antes de dormirte hazme con amor la confesión de tus faltas del día; para ti será muy útil y para Mí, tu Salvador, será un deleite.
Cuando Magdalena Me había dicho sus pecados, se detenía para preguntarme: 'Después de todo esto, ¿puedo ser perdonada?' Y Yo la tranquilizaba. Ella proseguía y se volvía a detener: 'Después de tanto pecado, ¿puedo aún esperar Vuestro Perdón?' y Yo le contestaba: 'Sí'. Y cuando hubo depositado a Mis Pies todo su pasado, lloró de amor y agradecimiento, y comprendió lo que es la Misericordia infinita. Comprendió solamente un poco. Porque vosotros no podéis entender lo infinito.
Que te guste ser ciega, porque Yo te guío si consientes en darme la mano. Un padre está siempre contento cuando su hija pequeña se abandona totalmente a él, con cariño y simplicidad.”
20 de Abril 1941
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