martes, 22 de agosto de 2023

FESTIVIDAD DEL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA



"María guardaba todas estas cosas
en Su Corazón, y las meditaba" 

Evangelio de San Lucas, cap. 2, vers. 19


               Si bien la Historia de la Devoción al Corazón de María hunde sus raíces en la Edad Media, ésta, no alcanzó su plenitud hasta el siglo XVII con el enorme Apostolado que San Juan Eudes realizó en favor de los Sagrados Corazones; vería un nuevo renacer a mediados del siglo XIX por el empeño de San Antonio María Claret y en las primeras décadas del pasado siglo XX, transcurridas las Apariciones de Nuestra Señora en la aldea de Fátima, la Devoción al Inmaculado Corazón de María volvió a brillar como en épocas anteriores.

              El 4 de Marzo de 1944, con el Decreto "Cultus liturgicus", el Sumo Pontífice Pío XII extendió a toda la Iglesia la Fiesta litúrgica del Inmaculado Corazón de María, y asigno como día propio el 22 de Agosto, Octava de la Asunción. 

              Transcurridos algunos años, el mismo Papa Pío XII consagró específicamente Rusia al Inmaculado Corazón de María, mediante el Breve Apostólico "Vergente Anno", del 7 de Julio de 1952: “… al igual como hace unos años Nos consagramos todo el género humano al Inmaculado Corazón de la Virgen María, Madre de Dios, así hoy Nos consagramos, y una manera más especial, encomendamos a todos los pueblos de Rusia a este Inmaculado Corazón…”

                Al venerar el Inmaculado Corazón de María, unimos en Él todas las otras devociones que podamos tener por la Virgen, pues en Su Purísimo Corazón se encierran todos los amores y gracias que esta Buena Madre nos regala; el rezo del Santo Rosario, el uso del Escapulario, el Voto de Esclavitud Mariana... el Venerable Pío XII hablaba del Escapulario del Carmen "como signo de consagración al Inmaculado Corazón de María"...todas estas hermosas prácticas se unen de una vez para siempre en el culto al Amor de María, en la ofrenda sincera de nuestro corazón hacia el Suyo.

               En el transcurso de la segunda Aparición de Nuestra Señora en Fátima, la Virgen manifestó la intención de Su Hijo, "Jesús quiere establecer en el mundo la Devoción a Mi Inmaculado Corazón...". Fijémonos bien que Nuestra Santa Madre sólo trasmite el deseo imperativo de Su Divino Hijo, "Jesús quiere", Nuestro Señor no lo ruega, lo dispone, y como en Evangelio, la Purísima Madre una vez más pide "haced lo que Él os dice" (Evangelio de San Juan, cap. 2, vers. 1-11)

               Añadió la Virgen a Lucía sobre los beneficios espirituales de quienes se hicieran devotos de Su Corazón, asegurando que aquellas almas que practicasen esta Devoción "serán queridas por Dios como flores" puestas por Ella para adornar Su Trono. La Virgen misma es pues quien desea que la amemos fijándonos en su Inmaculado Corazón, en el que según el Evangelista Lucas, meditaba las gracias que recibía constantemente del Altísimo. Amar al Corazón de María, tener una imagen suya delante, nos ha de animar a contemplarla e imitarla en Sus virtudes, especialmente en la humildad y en la pureza. 

               Tengamos presente que el Corazón de María se ha convertido en el Sagrario donde Jesús mismo vive y desea esparcir Su Misericordia, pero siempre será más benévolo y generoso si lo hacemos por mediación de Su Madre, si recurrimos a Su Corazón bondadoso que todo lo puede alcanzar de Su Hijo amado; el corazón de una madre siempre tiene espacio para la comprensión de nuestras debilidades, cuánto más el de la Virgen que es Nuestra Santa Madre, que nos ganó como hijos a los pies del Calvario, y que desde entonces, hasta nuestros días, no nos ha dejado ni por un instante, cuidando de sus devotos que acuden a Ella con la confianza de un hijo que se sabe escuchado.

               Sea el Corazón de María nuestra Devoción predilecta por la Virgen; sea Su Corazón siempre venerado con el de Su Hijo Nuestro Señor y que ambos, formen nuestra mística bandera en la batalla contra los enemigos del alma.

              Comienza esta batalla compartiendo este artículo, para mayor Gloria de Dios y de la Purísima Virgen María, Madre de Dios y Madre nuestra.



Estampa devocional; se permite su copia y difusión, sin fines de lucro.
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Acto de Consagración del Mundo 
al Inmaculado Corazón de María
compuesto por el Papa Pío XII


               ¡Oh Reina del Santísimo Rosario, Auxilio de los Cristianos, Refugio del Género Humano, Vencedora de todas las batallas de Dios! Ante vuestro Trono nos postramos suplicantes, seguros de impetrar misericordia y de alcanzar gracia y oportuno auxilio y defensa en las presentes calamidades, no por nuestros méritos, de los que no presumimos, sino únicamente por la inmensa Bondad de vuestro Maternal Corazón.

               En esta hora trágica de la Historia humana, a Vos, a vuestro Inmaculado Corazón, nos entregamos y nos consagramos, no sólo en unión con la Santa Iglesia, Cuerpo Místico de vuestro Hijo Jesús, que sufre y sangra en tantas partes y de tantos modos atribulada, sino también con todo el Mundo dilacerado por atroces discordias, abrasado en un incendio de odio, víctima de sus propias iniquidades.

               Que os conmuevan tantas ruinas materiales y morales, tantos dolores, tantas angustias de padres y madres, de esposos, de hermanos, de niños inocentes; tantas vidas cortadas en flor, tantos cuerpos despedazados en la horrenda carnicería, tantas almas torturadas y agonizantes, tantas en peligro de perderse eternamente.

               Vos, oh Madre de Misericordia, impetradnos de Dios la Paz; y, ante todo, las gracias que pueden convertir en un momento los humanos corazones, las gracias que preparan, concilian y aseguran la paz. Reina de la Paz, rogad por nosotros y dad al mundo en guerra la Paz por que suspiran los pueblos, la Paz en la Verdad, en la Justicia, en la Caridad de Cristo. Dadle la Paz de las armas y la Paz de las almas, para que en la tranquilidad del orden se dilate el Reino de Dios.

              Conceded vuestra protección a los infieles y a cuantos yacen aún en las sombras de la muerte; concededles la paz y haced que brille para ellos el Sol de la Verdad y puedan repetir con nosotros ante el Único Salvador del mundo: Gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad.

              Dad la paz a los pueblos separados por el error o la discordia, especialmente a aquellos que os profesan singular devoción y en los cuales no había casa donde no se hallase honrada vuestra venerada imagen (hoy quizá oculta y retirada para mejores tiempos), y haced que retornen al único Redil de Cristo bajo el único Verdadero Pastor.

              Obtened Paz y libertad completa para la Iglesia Santa de Dios; contened el diluvio inundante del neopaganismo, fomentad en los fieles el amor a la pureza, la práctica de la Vida Cristiana y del celo apostólico, a fin de que aumente en méritos y en número el pueblo de los que sirven a Dios.

              Finalmente, así como fueron consagrados al Corazón de vuestro Hijo Jesús la Iglesia y todo el género humano, para que, puestas en Él todas las esperanzas, fuese para ellos señal y prenda de victoria y de salvación; de igual manera, oh Madre nuestra y Reina del Mundo, también nos consagramos para siempre a Vos, a vuestro Inmaculado Corazón, para que vuestro amor y patrocinio aceleren el Triunfo del Reino de Dios, y todas las gentes, pacificadas entre sí y con Dios, os proclamen Bienaventurada y entonen con Vos, de un extremo a Otro de la tierra, el eterno Magníficat de Gloria, de Amor, de reconocimiento al Corazón de Jesús, en sólo el cual pueden hallar la Verdad, la Vida y la Paz.




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