Pregunta San Bernardo: ¿Por qué la Iglesia llama a María Reina de Misericordia? Y responde: “Porque Ella abre los caminos insondables de la Misericordia de Dios a quien quiere, cuando quiere y como quiere, porque no hay pecador, por enormes que sean sus pecados, que se pierda si María lo protege”.
Pero ¿podremos temer que María se desdeñe de interceder por algún pecador al verlo demasiado cargado de pecados? ¿O nos asustará, tal vez, la majestad y santidad de esta gran Reina? No, dice San Gregorio; cuanto más elevada y santa es Ella, tanto más es dulce y piadosa con los pecadores que quieren enmendarse y a ella acuden”. Los reyes y reinas, con la majestad que ostentan, infunden terror y hacen que sus vasallos teman aparecer en su presencia. Pero dice San Bernardo: ¿Qué temor pueden tener los miserables de acercarse a esta Reina de Misericordia si Ella no tiene nada que aterrorice ni nada de severo para quien va en su busca, sino que se manifiesta toda dulzura y cortesía? ¿Por qué ha de temer la humana fragilidad acercarse a María? En ella no hay nada de austero ni terrible. Es todo suavidad ofreciendo a todos leche y lana”. María no sólo otorga dones, sino que Ella misma nos ofrece a todos la leche de la Misericordia para animarnos a tener suma confianza y la lana de su protección para embriagarnos contra los rayos de la Divina Justicia.
Y no nos digas, Virgen santa, parece decirle Jorge de Nicomedia, que no puedes ayudarnos por culpa de la multitud de nuestros pecados, porque tienes tal poder y piedad que excede a todas las culpas imaginables. Nada resiste a Tu Poder, pues Tu gloria el Creador la estima como propia, pues eres su Madre. Y el Hijo, gozando con Tu Gloria, como pagándose una deuda, da cumplimiento a todas tus peticiones. Quiere decir que si bien María tiene una deuda infinita con Su Hijo por haberla elegido como Su Madre, sin embargo, no puede negarse que también el Hijo está sumamente agradecido a esta Madre por haberle dado el ser humano; por lo cual Jesús, como por recompensar cuanto debe a María, gozando con su gloria, la honra especialmente escuchando siempre todas su plegarias.
" Las Glorias de María "
San Alfonso Mª de Ligorio
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