“Jesús accepit panes et… distribuit eis”
Como las turbas del Evangelio, debemos de hacer tres cosas, a saber:
1.- Seguir a Jesús, 2.- Recibir el divino alimento que nos da. 3.- Constituirlo nuestro Rey.
Debemos seguir a Jesús, porque esa es la Voluntad de Dios, “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida, nadie viene al Padre sino por Mí”. Él es el Camino, que conduce a la felicidad en la tierra y en el cielo. Es la Verdad: Que ilumina nuestros entendimientos contra el error. Sin ella no podemos esperar ver los esplendores del Cielo. La Vida de nuestra alma, como el alma lo es del cuerpo, con la gracia y amistad divina, con la unión sacramental en la Eucaristía. La vida cuando cumplimos con nuestras Promesas bautismales, por las que renunciamos al demonio para seguir a Jesús. Nuestros mejores Intereses: porque seguir a Jesús es despojarse de los malos hábitos, y alcanzar las virtudes que hermosean el alma y ganar un título para la gloria que nos tiene preparada.
¿CUÁLES SON LOS MEDIOS PARA SEGUIR A NUESTRO SEÑOR?
Obediencia a las Leyes de Dios, contenida en el Evangelio, y el estudio de éste es fuente de Luz, para la mente, Consuelo, para el corazón y Energía, para la voluntad. Obediencia a las leyes de la Iglesia, que habla en nombre de Dios; por ejemplo: Ley del ayuno y de la abstinencia, la obligación de oír Misa, y el Precepto Pascual, esto es:
Debemos recibir su Don divino:
Precepto de Cristo mismo: “…Nisi manducaveritis carnem Filii hominis…” Que si no comieres la carne del Hijo del hombre… (Juan, VI, 54).
Rehusarlo es desobedecer a Jesucristo, nuestro Criador, Redentor y futuro Juez, es desobedecer a la Iglesia, que lo exige de sus hijos. A lo menos una vez al año tenemos para cumplir su mandato, y comulgar a menudo, para secundar su deseo.
Comulgar con las disposiciones convenientes, esto es: Estar en estado de gracia con la confesión (Alma) (I. Cor., XI, 28), Ayuno natural (Cuerpo), y digna preparación y acción de gracias (Corazón).
Debemos constituir por Rey nuestro a Jesús:
Por gratitud: Después de la multiplicación, de los panes, los judíos quisieron hacer rey a Cristo. Nosotros recibimos constantemente el Pan Eucarístico que se multiplica a diario y exige parecida lealtad.
Por justicia: Pues nos hemos dado a Él en el Bautismo y en la Primera Comunión. Retirar la palabra sería casi un perjurio. Pues si Jesús no es nuestro Rey en la tierra, no lo será en el Cielo. ¿Qué otra cosa, pues, nos ayudará? (Mat., XVI, 26).
MEDIOS: Fe viva en la mente, sometiendo el entendimiento al dominio de Él. Caridad ardiente en el corazón, para con Dios y para con el prójimo. Resignación humilde de la voluntad a los santos decretos de Dios. Así, Jesucristo reinará en todo nuestro ser y entonces cada cual podrá decir: «Cristo vive en mí» (Gal., II, 20).
Debemos seguir a Jesús, porque esa es la Voluntad de Dios, “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida, nadie viene al Padre sino por Mí”. Él es el Camino, que conduce a la felicidad en la tierra y en el cielo. Es la Verdad: Que ilumina nuestros entendimientos contra el error. Sin ella no podemos esperar ver los esplendores del Cielo. La Vida de nuestra alma, como el alma lo es del cuerpo, con la gracia y amistad divina, con la unión sacramental en la Eucaristía. La vida cuando cumplimos con nuestras Promesas bautismales, por las que renunciamos al demonio para seguir a Jesús. Nuestros mejores Intereses: porque seguir a Jesús es despojarse de los malos hábitos, y alcanzar las virtudes que hermosean el alma y ganar un título para la gloria que nos tiene preparada.
¿CUÁLES SON LOS MEDIOS PARA SEGUIR A NUESTRO SEÑOR?
Obediencia a las Leyes de Dios, contenida en el Evangelio, y el estudio de éste es fuente de Luz, para la mente, Consuelo, para el corazón y Energía, para la voluntad. Obediencia a las leyes de la Iglesia, que habla en nombre de Dios; por ejemplo: Ley del ayuno y de la abstinencia, la obligación de oír Misa, y el Precepto Pascual, esto es:
Debemos recibir su Don divino:
Precepto de Cristo mismo: “…Nisi manducaveritis carnem Filii hominis…” Que si no comieres la carne del Hijo del hombre… (Juan, VI, 54).
Rehusarlo es desobedecer a Jesucristo, nuestro Criador, Redentor y futuro Juez, es desobedecer a la Iglesia, que lo exige de sus hijos. A lo menos una vez al año tenemos para cumplir su mandato, y comulgar a menudo, para secundar su deseo.
Comulgar con las disposiciones convenientes, esto es: Estar en estado de gracia con la confesión (Alma) (I. Cor., XI, 28), Ayuno natural (Cuerpo), y digna preparación y acción de gracias (Corazón).
Debemos constituir por Rey nuestro a Jesús:
Por gratitud: Después de la multiplicación, de los panes, los judíos quisieron hacer rey a Cristo. Nosotros recibimos constantemente el Pan Eucarístico que se multiplica a diario y exige parecida lealtad.
Por justicia: Pues nos hemos dado a Él en el Bautismo y en la Primera Comunión. Retirar la palabra sería casi un perjurio. Pues si Jesús no es nuestro Rey en la tierra, no lo será en el Cielo. ¿Qué otra cosa, pues, nos ayudará? (Mat., XVI, 26).
MEDIOS: Fe viva en la mente, sometiendo el entendimiento al dominio de Él. Caridad ardiente en el corazón, para con Dios y para con el prójimo. Resignación humilde de la voluntad a los santos decretos de Dios. Así, Jesucristo reinará en todo nuestro ser y entonces cada cual podrá decir: «Cristo vive en mí» (Gal., II, 20).
Les bendice, Rvdo. Padre Manuel Martínez, Sacerdote de Cristo
ENSEÑANZAS:
Apreciar este maravilloso don.
Recibirlo con gratitud, no según el capricho o sin fervor, sino guiados por la razón y la fe, porque la devoción no está en el sentido, sino en la voluntad.
Rogar para que todos los que tienen la obligación hagan lo mismo.
Recibir frecuentemente la Sagrada comunión en la vida, y recibirla por Viatico en la muerte.
Pidamos finalmente a la bienaventurada Virgen María nos alcance de su divino Hijo la gracia de la perseverancia final y la gracia de tener sacerdotes para recibir la comunión frecuentemente.
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