MEDITACIÓN: San José muere en la casa de Jesús, y muere en los brazos de Jesús y de María. ¡Qué muerte feliz!
San José muere en los brazos de su Juez, a quien da el nombre de hijo. ¡Qué confianza en la muerte!
San José se despide por poco tiempo, y sabe que va a estar siempre con Jesús y con María. ¡Qué muerte deseable!
FRUTO: La muerte es el espejo de la vida; vive como San José, para que sea igual tu muerte.
JACULATORIA: Felicísimo Patriarca, asistido por Jesús y por María en vuestra muerte, me asistió en aquel trance.
ORACIÓN: Oh Dios, que por inefable providencia te dignaste escoger a San José por esposo de tu Madre Santísima; concédenos, te pedimos, que merezcamos tener por intercesor en el cielo, aquel que veneramos en la tierra como protector. Vos que vivís y reináis por todos los siglos de los siglos. Amén.
FRUTO: La muerte es el espejo de la vida; vive como San José, para que sea igual tu muerte.
JACULATORIA: Felicísimo Patriarca, asistido por Jesús y por María en vuestra muerte, me asistió en aquel trance.
ORACIÓN: Oh Dios, que por inefable providencia te dignaste escoger a San José por esposo de tu Madre Santísima; concédenos, te pedimos, que merezcamos tener por intercesor en el cielo, aquel que veneramos en la tierra como protector. Vos que vivís y reináis por todos los siglos de los siglos. Amén.
TERMINAMOS rezando el Avejosefino:
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