Mari Loli Mazón no era distinta de las demás niñas de su edad; vivía de forma sencilla en la aldea de San Sebastián de Garabandal, al norte de España. La tranquila infancia se vería interrumpida el 18 de Junio de 1961, cuando formó parte del grupo de cuatro niñas escogidas para participar de las visiones de Nuestra Señora y de San Miguel.
Durante estas visiones la Virgen enfatizó la importancia de orar por los sacerdotes, y Mari Loli, en mayor medida que las demás, parecía tener una vocación especial a este respecto. Su madre recuerda una de estas visiones: “Estábamos las dos solas cuando entró en éxtasis, ¡cómo lloró esa noche!, ¡cómo lloró esta criatura, Dios mío, y cómo sufrió! Nuestra Madre Santísima le dijo que rezara mucho por los sacerdotes y que debía hacer muchos sacrificios por ellos. Muchos sacerdotes van por el camino de la perdición, las cosas estaban mal y eso era algo que no me gustaba escuchar. Para mí los sacerdotes representaban lo más sagrado en el mundo y ¿escucharía lo que mi hija estaba diciendo?” Posteriormente Mari Loli diría que el rezar por los sacerdotes y hacer sacrificios por ellos eran de las cosas más importantes que haría durante su vida..
Después que las visiones terminaron para ella en Enero de 1963, comenzó a experimentar locuciones, la única de las niñas, junto con Conchita, que las tuvo. Ella las describía como comunicaciones interiores ya sea con Jesús o con María. En las últimas que tuvo con la Santísima Virgen le fue recordada la necesidad de rezar por los sacerdotes: “… La Virgen me hizo capaz de saber cuando un sacerdote estaba en pecado. Ella me ayudó a comprender que ellos necesitan muchas oraciones y sacrificios. También me hizo comprender la Crucifixión en la Santa Misa, de tal manera que entendiera la humildad y el sacrificio por el mundo”.
El 13 de Octubre de 1963 Mari Loli escribió a Fr. Luis Retenaga acerca de una locución que había tenido de Nuestra Señora, en la cual Mari Loli le pedía una cruz de sufrimiento por los sacerdotes. La Virgen le respondió que podía ser cualquier carga que se llevara con paciencia y con humildad. En esta locución, quizás por primera vez, Loli comprendería acerca de las pruebas que tendría que soportar durante su vida. Y de nuevo le fue recordada la necesidad de rezar por los sacerdotes:
-“¿Moriré pronto?”
-“No. Tendrás que permanecer en el mundo para sufrir, en cualquier lugar que te hallares, sufrirás.”
-“¡Permite que mis padres crean!”
-“Ellos no creen, de tal manera que tu tendrás que sufrir aún más, sufrir con paciencia.”
La Virgen le dijo entonces:
-“Reza el Rosario todos los días, reza por los sacerdotes ya que ellos son los que más sacrificios necesitan todos los días”.
-“¿Por qué mis padres no creen?”
-“Porque tienes que sufrir, tienes que sufrir mucho en este mundo”.
-“¿Qué sacrificios debo hacer?”
-“Debes ser más obediente”.
En otra locución cuya fecha es del 7 de Febrero de 1966, Nuestra Señora de nuevo describió a Mari Loli los sufrimientos que le esperaban. Ella misma escribiría:
“Tuve una locución con la Santísima Virgen, Ella me dijo que yo tendría que experimentar una gran cantidad de sufrimientos en este mundo, que tendría muchas pruebas que me harían sufrir mucho… Le pedí que diera a mi padre una prueba de las apariciones para que también creyera, Ella me dijo que estaba muy complacida con mis sacrificios, pero que tenía que mejorar cada día y mortificarme en todas las cosas, que debía rezar el Rosario todos los días como lo había hecho hasta el momento, ya que es una devoción que le agrada mucho, que nos ama mucho a todos y que desea que todos seamos muy buenos para que pronto nos reunamos en la Gloria Celestial con Ella.”
El padre de Loli falleció el 4 de Junio de 1974 y aparentemente recibió la señal en su lecho de muerte, que había pedido, que confirmaba la veracidad de las apariciones, como se describe en el libro “Se fue con prisas a la montaña” del P. Eusebio García de Pesquera O.F.M.
Tras pasar por un internado junto a Conchita, otra de las videntes de Garabandal, en 1974, Mari Loli se casó con Francis Lafleur a quien conoció en Estados Unidos; desde ese momento, ella y Francis, un devotísimo esposo, vieron su familia crecer. Primero vino un varón, Francis, y después dos niñas, Melanie y María Dolores. El matrimonio rezaría a diario el Santo Rosario.
Hasta este momento de su vida, Mari Loli tuvo que haber compartido su sufrimiento por las dudas y otras pruebas y, como cualquier otra buena madre, las ansiedades de sus hijos en sus diferentes edades en un mundo como el de hoy. Sin embargo, a finales de la década de los 80, la Profecía de Nuestra Señora sobre sus sufrimientos tomó un nuevo impulso al diagnosticársele lupus, una enfermedad descrita como “una inflamación crónica que ocurre cuando el sistema inmune del cuerpo ataca sus propios tejidos y órganos”.
Su lupus ya era bastante serio, pero en 2001 le vino algo peor, posiblemente ocasionado por el lupus, al diagnosticársele fibrosis pulmonar, una enfermedad que se manifiesta por el reemplazamiento de tejido sano de los pulmones por tejido más grueso, reduciendo la capacidad de los pulmones para transferir oxígeno al torrente sanguíneo. En esta etapa de la enfermedad de Loli su expectativa de vida era de 5 a 7 años. Es necesario mencionar que este fue un golpe demoledor para toda la familia. En sus últimos meses, ella se desplazaba en una silla de ruedas y utilizaba máscara de oxígeno la mayor parte del tiempo y tenía frecuentes episodios de tos. Con la garganta lastimada y la lengua seca sólo podía comer muy poco.
Mari Loli falleció en su casa, rodeada del cariño de su familia, el Lunes 20 de Abril de 2009 en Boston, Estados Unidos.
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