domingo, 5 de enero de 2020

EL SANTO NOMBRE DE JESÚS, el Nombre en el que somos salvos




"Por eso Dios lo exaltó y le concedió un nombre 
superior a todo nombre, para que, 
ante el Nombre de Jesús, toda rodilla se doble, 
en el Cielo, la tierra y el abismo; y toda lengua confiese 
para Gloria de Dios Padre: ¡Jesucristo es Señor!" 

(Carta de San Pablo a los Filipenses cap. 2, vers. 9-12.)

               El Santo Nombre de Nuestro Salvador, procede del hebreo Yeshúa ( יֵשׁוּעַ ), y significa "El Salvador". Era un nombre común en el judaísmo del siglo I, sin embargo, este nombre cobrará su verdadero sentido en Nuestro Señor Jesucristo, por cuanto Él es el Salvador del Género Humano. Su Santísimo Nombre será impuesto desde el Cielo, como se lo anunció San Gabriel a la Virgen María: “mira, concebirás y darás a luz un hijo, a quien llamarás Jesús” (Evangelio de San Lucas, cap. 1, vers. 31).

               El amor que sintieron ya los cristianos de los primeros siglos hacia el nombre del Señor Jesús, Salvador, según nos consta por los escritores apostólicos y por la tradición, y que no sólo informó sus vidas sino que los llevó hasta confesar públicamente su fe y padecer el martirio por esta causa

                Durante el Concilio de Lyon, año 1274, el Papa Gregorio X dictó una Bula encaminada a desagraviar los insultos que se manifestaban contra el Nombre de Jesús. Las Órdenes de los Dominicos y los Franciscanos fueron las encargadas de custodiar y extender dicha devoción por toda Europa. Así, el Papa Gregorio X, escribió una carta al Beato Juan de Vercelli, el entonces Maestro General de los Dominicos, donde declaraba, "Nos, hemos prescrito a los fieles… reverenciar de una manera particular ese Nombre que está por encima de todos los nombres…".

               A partir del siglo XI adquirió gran auge por el influjo sobretodo de los monasterios en donde esta devoción tuvo una característica especial en su fervor, cuyo insigne testimonio es el himno "Iesu dulcis memoria" (1) atribuido a San Bernardo de Claraval.

              No fue hasta el año 1530, cuando el Santo Nombre de Jesús se instituyó como Fiesta Litúrgica por el Papa Clemente VII, como Oficio propio de la Orden Franciscana. Posteriormente, en el año 1721, el Papa Inocencio VI la estableció como Fiesta para toda la Iglesia.



Letanía de Alabanzas al
Santo Nombre de Jesús

(en versión para imprimir; toque sobre la imagen para verla en su tamaño original)






NOTA ACLARATORIA:

1) Himno Jesu Dulcis memoria, atribuido a San Bernardo


LATÍN

Jesu dulcis memoria
Dans vera cordis gaudia:
Sed super mel et omnia
Ejus dulcis praesentia.


Nil eanitur suavius,
Nil auditur jucundius,
Nil eogitatur dulcius,
Quam Jesus Dei Filius.


Jesu, spes poenitentibus,
Quam pius es petentibus!
Quam bonus te quaerentibus!
Sed quid invenientibus?


Nec lingua valet dicere,
Nec littera exprimere:
Expertus potest credere,
Quid sit Jesum diligere.


Sis, Jesu, nostrum gaudium,
Qui es futurus praemium:
Sit nostra in Te gloria,
Per cuncta semper saecula.



ESPAÑOL

Oh Jesús de dulcísima memoria,
Que nos das la alegría verdadera:
Más dulce que la miel y toda cosa
Es para nuestras almas tu presencia.


Nada tan suave para ser cantado,
Nada tan grato para ser oído,
Nada tan dulce para ser pensado
Como Jesús, el Hijo del Altísimo.


Tú que eres esperanza del que sufre,
Tú que eres tierno con el que te ruega,
Tú que eres bueno con el que te busca:
¿Qué no serás con el que al fin te encuentra?


No hay lengua que en verdad pueda decirlo
Ni letra que en verdad pueda expresarlo:
Tan sólo quien su amor experimenta
Es capaz de saber lo que es amarlo.


Sé nuestro regocijo de este día,
Tú que serás nuestro futuro premio,
Y haz que sólo se cifre nuestra gloria
En la Tuya sin límite y sin tiempo.



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