domingo, 1 de noviembre de 2020

FESTIVIDAD DE TODOS LOS SANTOS


Gaudéte et exsultáte quoniam 

merces vestra cópiosa est in Caelis

Alegraos y gozaos porque vuestra 

recompensa es grande en el Cielo


- Evangelio de San Mateo, cap. 5 -




               El pensamiento de honrar a todos los Santos en una Fiesta única aparece en Oriente desde el siglo IV, pues vemos que el primer Domingo después de Pentecostés se consagraba a la memoria de todos los Mártires juntos, como se hace todavía entre los griegos. 

               En Siria, esta conmemoración se hacía el Viernes después de Pascua, y esta vieja costumbre ha dejado un recuerdo en el Misal Romano, pues ese día se señala como iglesia estacional la de Santa María "ad Mártyres". A principios del siglo VI el Papa Bonifacio IV, habiendo transformado en iglesia el antiguo Panteón consagrado por Agripa en honor de Augusto y de todos los dioses, trasladó a él una multitud de reliquias de Mártires ( veintiocho carros ), sacadas de las Catacumbas, y el nuevo templo fue dedicado el 13 de Mayo de 610. Por este motivo empezó a celebrarse en ese día  la Fiesta de todos los Mártires, trasladada por Gregorio IV ( 827-844 ) al 1 de Noviembre, con el título de Todos los Santos.

               Esta Fiesta es el triunfo de la gracia sobre la naturaleza corrompida. Es la apología de la Iglesia, de su Historia, de su actuación en el mundo y en el interior de las almas. Es el triunfo de la Doctrina, de la Predicación, de los Sacramentos y del Sacerdocio de la Iglesia. Es, sobre todo, el triunfo de la Sagrada Eucaristía. Con la fuerza de la Eucaristía recorrieron nuestros hermanos en Cristo, débiles pecadores se suyo como nosotros, el camino de las Ocho Bienaventuranzas, y así lograron santificarse. 

               Con ayuda de ellos, que siguen siendo buenos amigos nuestros, y con el mismo Alimento que ellos tomaron, llegaremos también nosotros al fin glorioso de nuestra carrera.




EL EVANGELIO DE HOY

             "Viendo a la muchedumbre, subió a un monte, y cuando se hubo sentado, se le acercaron Sus Discípulos; y abriendo Nuestro Señor Jesucristo Su boca, los enseñaba, diciendo: 

             Bienaventurados los pobres de espíritu, porque suyo es el Reino de los Cielos. 

             Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán la tierra.

             Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados. 

             Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán hartos. 

             Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán Misericordia.

             Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. 

             Bienaventurados los pacíficos, porque ellos serán llamados hijos de Dios.

             Bienaventurados los que padecen persecución por la justicia, porque suyo es el Reino de los Cielos. 

             Bienaventurados seréis cuando os insulten y persigan y con mentira digan contra vosotros todo género de mal por Mí. Alegraos y regocijaos, porque grande será en los Cielos vuestra recompensa, pues así persiguieron a los Profetas que hubo antes de vosotros."



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