martes, 4 de julio de 2023

ENJUGAR CON AMOR EL ROSTRO SANGUINOLENTO DE DIOS

 


               Esta vez Me presento a ti con otro ropaje. La Eucaristía es Carne, mas también Sangre. Aquí me tienes bajo el ropaje de Sangre. Mira cómo trasuda y brota en arroyuelos por Mi Rostro desfigurado, cómo escurre a lo largo del cuello, sobre el torso, sobre el vestido doblemente rojo al empaparse con mi Sangre. Fíjate cómo baña Mis manos ligadas y baja hasta los pies y el suelo. Soy verdaderamente Aquel que pisa las uvas del que habla el Profeta, mas el que me ha pisado ha sido mi amor. De esta Sangre que derramé toda, hasta la última gota, por la Humanidad, ¡qué pocos saben valorar su precio infinito y disfrutar de sus méritos poderosísimos!

               Pido Yo ahora a quien lo sepa contemplar y comprender, que imite a la Verónica y enjugue con su amor el Rostro sanguinolento de su Dios. Pido Yo ahora a quien Me ame, que cure con su amor las heridas que de continuo Me infieren los hombres. Pido Yo ahora, sobre todo, que no se malogre esta Sangre, que se recoja con atención infinita hasta la más insignificante de Sus gotas y se derrame sobre cuantos no se preocupan de Ella.

               En este mes, que está a punto de terminar, ha sido mucho lo que te he hablado de Mi Corazón y de Mi Cuerpo en el Sacramento. Ahora, para el mes de Mi Sangre, haré que le ruegues a Ella. Dirás pues así:

               Sangre Divinísima que brotas por nosotros de las venas del Dios humanado, desciende como rocío de Redención sobre la tierra contaminada y sobre las almas a las que el pecado hace semejantes a leprosos. 

               Heme aquí, yo Te acojo, Sangre de mi Jesús, y Te derramo sobre la Iglesia, sobre el mundo, sobre los pecadores, sobre el Purgatorio. 

               Ayuda, conforta, limpia, enciende, penetra y fecunda, ¡oh Divinísima Savia de Vida! 

               Que la indiferencia y la culpa no pongan obstáculo a Tu fluir, antes por los pocos que Te aman, por los innumerables que mueren sin Ti, acelera y difunde sobre todos esta Divinísima Lluvia para que se acerquen a Ti confiados durante la vida, sean por Ti perdonados en la muerte y lleguen Contigo a la Gloria de Tu Reino. Así sea.

               Basta por ahora. Yo aplico mis venas abiertas a tu sed espiritual. Bebe de esta fuente. Conocerás el Paraíso y el sabor de tu Dios, sabor que nunca decaerá si tú sabes venir siempre a Mí con tus labios y tu alma purificados por el amor.


Nuestro Señor a la mística María Valtorta, 28 de Junio de 1943




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