CAPÍTULO II
En qué consiste el disfrute de
las Almas del Purgatorio.
Las manchas de pecado van siendo consumidas, y el fuego elimina la suciedad más y más hasta que las almas se abren al influjo de la Divinidad. Un objeto que estuviese cubierto, no podría recibir los rayos del sol, pero no por un defecto del sol, el cual brilla siempre, sino por causa de que la cobertura pone un obstáculo; se quita éste y, entonces, se abre al sol; cada vez más el obstáculo es consumido, y entonces, más y más recibe los rayos del sol.
Esta es la forma en que las manchas del pecado cubren a las almas, y en el Purgatorio esas manchas son quemadas. Cuanto más sean consumidas, mayor es el acercamiento de las almas a Dios, su verdadero sol. La suciedad del pecado decrece y el alma se abre al rayo divino, crece así la felicidad, hasta que se cumple el plazo necesario para ello.
El dolor no disminuye hasta entonces. Y en cuanto a la voluntad, nunca pueden decir las Almas que el dolor es dolor, pues están contenidas en la ordenanza divina, con la cual, en pura caridad, su voluntad está unida.
Pero, por otro lado, ellas soportan un dolor tan extremo, que ninguna lengua lo podría describir, ni mente comprender si Dios por medio de su gracia especial no nos lo mostrara. Eso tampoco puede verbalizarse. La visión que tuve, la revelación que Dios me hizo nunca abandonó mi mente, y yo contaré lo que pueda sobre ello. Comprenderán aquellos cuya mente Dios se ha dignado abrir.
"TRATADO SOBRE EL PURGATORIO"
Santa Catalina de Génova
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