- ¿Qué es el Masonismo?
Un enemigo astuto y doloso, que halagando los oídos de pueblos y Príncipes, se ha cautivado a unos y a otros con blandura de palabras y adulaciones.
- ¿Con qué propósito hacen esto los Masones?
Con el propósito de despojar, si pudiesen, enteramente a los pueblos cristianos, de los beneficios que les granjeó Nuestro Señor Jesucristo.
- ¿Hay gran riesgo de que prevalezcan los Masones?
Sí, inminente es el riesgo; atroz y porfiada la guerra contra el nombre cristiano.
- ¿Quiénes conocieron, quién era y qué quería este capital enemigo?
Los Sumos Pontífices, solícitos de la salvación del pueblo cristiano, conocieron bien pronto quién era y qué quería este capital enemigo, que asomaba entre las tinieblas de su oculta conjuración, y declarando su santo y seña, amonestaron con previsión a los Príncipes y pueblos que no se dejaran coger en las malas artes y acechanzas preparadas para engañarlos.
- ¿Quiénes fueron estos hombres previsores?
El primero fue Clemente XII en 1738, y luego Benedicto XIV, Pío VII, León XII, Pío VIII, Gregorio XVI y Pío IX.
- ¿Qué dijeron estos Romanos Pontífices?
Denunciaron y proclamaron que la secta masónica, constituida contra derecho y conveniencia, era no menos perniciosa al Estado que a la religión cristiana.
- ¿Señalaron algunas penas?
La más grave que suele emplear la Iglesia contra los delincuentes, cual es la excomunión; prohibiendo terminantemente a todos inscribirse en esta Sociedad tenebrosa.
- ¿Qué hicieron los sectarios?
Llenos de ira juzgaron evadir, o debilitar a lo menos, parte con el desprecio, parte con las calumnias, la fuerza de esta sentencia, y culparon a los Sumos Pontífices de haber hecho esto injustamente o haberse excedido en el modo.
- ¿Quiénes protestaron contra estos dichos?
Varios Príncipes y Jefes de Gobierno, de acuerdo con los Papas, acusaron a la Sociedad masónica, y la condenaron asimismo, promulgando leyes a este efecto. Tales fueron los Goobiernos de España, Holanda, Austria, Suiza, Baviera, Saboya y otros.
- ¿Dieron el resultado apetecible tan justas disposiciones?
No siempre ni en todas partes.
- ¿Por qué?
Por el fingimiento y astucia de los afiliados a esta iniquidad, o por la inconsiderada ligereza de los otros, a quienes interesaba en gran manera velar con diligencia este negocio.
CONTINUARÁ...
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