Aquí, entre las Cuchinas, Jesús está verdaderamente a nuestra disposición y se vive junto a su Tabernáculo con una familiaridad indescriptible. Jesús tiene que gozarse de ello, porque cuando en las oraciones y devociones particulares nos acercamos a Él, nos abraza, nos hace sentir su Divina Presencia, de un modo muy especial, íntimo y afectuoso...
No sé, parecíame un poco farisaico ponerme a orar junto al Tabernáculo, cuando hubiera debido imitar al pobre publicano del Evangelio; pero una suave imagen de Jesús acariciando a los niños me quitó todo el temor; por donde vine a comprender que no sólo el alma tiene necesidad de orar junto a Jesús vivo, sino que también Jesús, su Divino Corazón, goza acercándonos a Él, sin etiquetas ni cumplidos, como los niños de la imagen que iban a porfía a colocarse lo más cerca posible de Él.
El Corazón de Jesús es corazón de madre. Si una madre, quebrantada por los dolores que le ocasiona un hijo ingrato, llega a confiárselos a una persona amiga; si esa amiga para confortarla, la hace cambiar de opinión, presentándole al hijo bajo distinto aspecto, oh ¡cuánto gozo aquella madre, al creer todavía que su hijo es bueno!
Tiene necesidad de pensarlo, de creerlo así. ¡El corazón materno es un débil reflejo del Corazón Divino!. Pero una madre no podrá transformar al hijo ingrato; en cambio, Jesús, si se lo pedimos, convertirá al alma infiel que traspasa Su Corazón."
EL CORAZÓN DE JESÚS AL MUNDO
De los escritos de Sor María Consolata Betrone, capuchina.
P. Lorenzo Sales
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