El pasado miércoles anunciábamos con alegría la llegada de una reliquia de nuestro amado San Juan de la Cruz, que venía a ser una joya preciada en la corona de reliquias que veneramos en nuestra capilla de comunidad.
La Divina Providencia ha querido traernos otro inesperado presente, esta vez desde México, concretamente desde la conocida Guadalajara, tierra generosamente regada por la sangre de sus Gloriosos Mártires Cristeros; de ese jardín, cuidado por la mano pura de Nuestra Señora de Guadalupe, surgieron hermosas flores, bellas seguro como las del ayate del indio Juan Diego: lirios de pureza, jazmines de virtudes, rosas de sangre acrisolada por Cristo.
(Teca que contiene el ex ossibus, un trocito de hueso del Mártir Anacleto González)
A Dios sean dadas las gracias por haber llegado a este pequeña Comunidad de Oblatos, una reliquia ex osssibus (de los huesos) del Mártir Anacleto González; prometo publicar más adelante una pequeña reseña de él más adelante.
Debemos aclarar que la sagrada reliquia del Mártir Anacleto González, no habría podido llegar hasta nosotros si no fuese por la generosidad de unos buenos amigos de Chile, que con gusto nos la cedieron para poder exponerla y venerarla en la Capilla, y que de paso, fuese aliciente diario por el valiente y abnegado ejemplo del Mártir al que pertenece.
De más está decir que si estos amigos estaban presentes en nuestras oraciones, ahora a buen seguro rezaremos más por sus intenciones, ya que la visión de la sagrada reliquia nos recordará la generosa entrega de tan preciado resto.
(Authentica, o certificado que garantiza la veracidad de la sagrada reliquia)
De momento, los jóvenes de esta casa, andamos felices por tener entre nosotros a un terciario franciscano, un cabeza de familia, un maestro, un hombre íntegro, que no vaciló en vivir y en morir como un fidelísimo católico, sin importarle los ataques de los que lo consideraban un exaltado, que perdonó a cuantos recogieron piedras para lanzarle en su trayectoria de catequista, pero sobre todo, es emocionante verle sereno en el patíbulo que lo llevaría a las puertas del Paraíso; hasta ese último momento, su espíritu católico, recio baluarte y sostén de su vida, no se doblegó, al contrario, aumentó su caridad hasta el punto de perdonar en vida a sus verdugos.
(Parte trasera de la authentica, donde se cede la reliquia)
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