LAS ORACIONES ELEMENTALES
La Señal de la Cruz: persignarse
Todo fiel Cristiano está muy obligado a tener devoción de todo corazón a la Santa Cruz de Cristo nuestra Luz; pues en ella quiso morir por nos redimir de nuestro pecado, y librarnos del enemigo
malo: y por tanto te has de acostumbrar a signar y santiguar, haciendo tres cruces: ha primer en la
frente, porque nos libre Dios de los malos
pensamientos: la segunda en la
boca, porque nos libre Dios de las malas palabras: la tercera en los pechos, porque nos libre Dios de las malas obras; diciendo así: por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos líbranos, Señor
Dios nuestro, en el Nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
Amén.
El Padrenuestro
Padre nuestro que estás en los Cielos, santificado sea Tu Nombre,
venga a nos Tu Reino, hágase Tu Voluntad, así en la tierra como en el Cielo. El pan nuestro de cada día
dánosle hoy, y perdónanos nuestras
deudas, así como nosotros
perdonamos a nuestros deudores; y no
nos dejes caer en la tentación, más
líbranos del mal. Amén.
El Avemaría
Dios te salve, María, llena eres de
gracia, el Señor es contigo, bendita Tú
eres entre todas las mujeres, y bendito
es el fruto de Tu vientre Jesús. Santa
María, Madre de Dios, ruega por
nosotros pecadores, ahora y en la hora
de nuestra muerte. Amén.
El Credo Apostólico
Creo en Dios, Padre
Todopoderoso, Criador del Cielo y de
la Tierra, y en Jesucristo, su único Hijo, Nuestro Señor, que fue concebido por
el Espíritu Santo, y nació de Santa
María Virgen. Padeció debajo del
poder de Poncio Pilato. Fue
crucificado, muerto y sepultado.
Descendió a los infiernos, y al tercer
día resucitó de entre los muertos.
Subió a los Cielos, y está sentado a la
diestra de Dios Padre Todopoderoso.
Desde allí ha de venir a juzgar a los
vivos y a los muertos. Creo en el
Espíritu Santo, la Santa Iglesia Católica,
la Comunión de los Santos, el perdón
de los pecados, la resurrección de la
carne, y la vida perdurable. Amén.
La Salve Regína
Dios te salve, Reina y Madre de Misericordia, vida, dulzura y
esperanza nuestra; Dios te salve. A Ti
llamamos los desterrados hijos de Eva,
a Ti suspiramos, gimiendo y llorando
en este valle de lágrimas. Ea, pues,
Señora, abogada nuestra, vuelve a
nosotros esos Tus ojos misericordiosos;
y después de este destierro
muéstranos a Jesús, fruto bendito de Tu vientre. ¡Oh Clementísima! ¡Oh Piadosa! ¡Oh Dulce Virgen María!
Ruega por nosotros, Santa Madre de
Dios, para que seamos dignos de
alcanzar las promesas de Nuestro
Señor Jesucristo. Amén.
LOS MANDAMIENTOS DE LA LEY DE DIOS
Y DE LA SANTA MADRE IGLESIA
Los Mandamientos de la Ley de Dios
son diez:
los tres primeros pertenecen al Honor
de Dios,
y los otros siete al provecho del
prójimo.
El primero, amar a Dios sobre todas
las cosas.
El segundo, no jurar el Nombre de
Dios en vano.
El tercero, santificar las Fiestas.
El cuarto, honrar a tu padre y madre.
El quinto, no matar.
El sexto, no fornicar.
El séptimo, no hurtar.
El octavo, no levantar falso testimonio
ni mentir.
El noveno, no desear la mujer de tu
prójimo.
El décimo, no codiciar las cosas ajenas.
Estos diez Mandamientos se
encierran en dos: en servir y amar a
Dios sobre todas las cosas, y a tu
prójimo como a ti mismo.
Los Mandamientos de la Santa
Madre Iglesia
son cinco
El primero, oír Misa entera en los Domingos y Fiestas de
guardar.
El segundo, confesar a lo menos una
vez dentro del año, o
antes, si espera peligro de
muerte, o ha de comulgar.
El tercero, comulgar por Pascua Florida.
El cuarto, ayunar cuando lo manda la Santa Madre Iglesia.
El quinto, pagar diezmos y primicias.