“Jesucristo vino al mundo por medio de la Santísima Virgen, y por medio de Ella debe también reinar en el mundo.
La vida de María fue vida oculta; por eso el Espíritu Santo y la Iglesia la llaman alma mater: madre oculta y escondida. Su humildad fue tan grande, que no hubo para Ella en la tierra anhelo más poderoso y constante, que pasar desconocida de sí misma y de toda criatura, para ser conocida de sólo Dios.
Dios Padre, a pesar de haberle comunicado su poder, consintió en que María durante su vida no obrase ningún milagro, al menos portentoso. Dios Hijo, a pesar de haberle comunicado su sabiduría, permitió que apenas hablase. Dios Espíritu Santo, a pesar de ser Ella su Esposa fiel, consintió en que los apóstoles y evangelistas dijesen de Ella muy poco, y solamente lo necesario para dar a conocer a Jesucristo.”
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