martes, 9 de agosto de 2011
PADRE VALENTÍN DE SAN JOSÉ: “CON DIOS A SOLAS”
A partir de hoy y -espero que de forma asidua- iré compartiendo con vosotros, extractos del libro “Con Dios a solas”, que viene a ser una recopilación de pláticas pronunciadas por el Padre Valentín de San José, insigne Carmelita Descalzo, que murió en olor de santidad y con fama de perfecto religioso, en el Desierto de Batuecas (España), el 14 de Junio de 1989.
Os presento este hermoso libro, porque no debemos olvidar nunca que el alma de todo apostolado, es la oración, la vida interior, la vida en Dios y con Dios; sólo podremos luchar de forma efectiva contra los enemigos de Dios y de la Santa Iglesia, si somos santos, si cuidamos del alma y hacemos de nuestro día a día una oración y ofrenda continuas a Nuestro Señor.
Espero lo vayáis leyendo con el mismo gusto que yo lo hice en su día, convencido que os ayudará a entender cuán necesario es para un católico militante tener bien cuidada su vida interior.
He preferido extractarlo, como pequeñas reflexiones, que os pueden ayudar a meditar en la oración privada. Os recomiendo que leáis los extractos lentamente, saboreando cada frase, pues en cada una de ellas, encontraréis presencia de Dios. Las podéis encontrar fácilmente en la columna izquierda de este blog, en el INDICE DE TEMAS, por "Padre Valentín de San José".
Leamos ahora una breve biografía de este buen carmelita, narrada por el Padre Matías del Niño Jesús:
“Fue consejero habitual y confesor de la Madre Maravillas de Jesús y junto a ella, restauró el Desierto de Batuecas en 1950; de alguna manera, fueron “la Santa Teresa y el San Juan de la Cruz del siglo XX”. Predicador fogoso, confesor, director espiritual, Consejero Nacional de las Hermandades Ferroviarias y Director de la Orden Tercera del Carmen y Santa Teresa.
Durante los últimos veinte años de su vida, vivió retirado en el Desierto de Batuecas que él había restaurado, dedicado de lleno a la oración y austeridad.
La práctica de la presencia de Dios la recomendaba encarecidamente y en consecuencia él la practicaba con atención amorosa todo el día, realizase ocupaciones materiales o intelectuales. No conocía el ocio: oraba, leía, escribía o trabajaba el campo, intercalando ratos de adoración ante el sagrario , que era su devoción más ferviente.
La oración mental fue una de las más destacadas características tanto en su ejercicio como en su enseñanza; sus libros más reeditados son precisamente los de la oración. En todos sus libros encomia reiteradamente el trato íntimo con Dios, con Jesucristo, la Virgen, los ángeles y los santos. Fue realmente un apóstol sobresaliente de la oración mental. Sus oraciones vocales, jaculatorias y devociones piadosas eran continuas todos los días.
La vida interior de amor y atención amorosa al Señor era su ilusionada preocupación y al mismo tiempo ofreciéndose en súplicas incesantes, por la salvación y santificación de las almas, por la Santa Iglesia, por la auténtica renovación del Carmelo en el genuino espíritu de Santa Teresa y San Juan de la Cruz, cuya vida y doctrina conocía admirablemente, y por la tradicional España católica.”
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