El Padre Pío dirigía espiritualmente a varias almas que se acogían a las recomendaciones del capuchino estigmatizado; una de ellas fue Annita Rodote, con la que mantuvo una frecuente relación epistolar, gracias a la cual hemos podido conocer diferentes facetas y pensamientos del Santo de Pietrelcina, como el profundo dolor moral que le causaba el ver tantas almas viviendo alejadas de Dios... dolor terrible que se agudizaba cuando comprobaba que aquellos que se decían Cristianos, eran irreverentes con el Santísimo Sacramento del Altar.
También le partían el corazón las noticias que le llegaban sobre la afiliación a la Masonería de algunos sacerdotes que tenían por píos (1). Tal vez por esa razón, por este cúmulo de dolores espirituales, buscó un pequeño desahogo es medio de una misiva a Annita Rodote, en la cual, el Padre Pío le recomendó rezar con frecuencia la siguiente oración:
"Te doy vivísimas gracias, Padre Celestial, por Nuestro Señor Jesucristo, por Tus gracias siempre nuevas, con las cuales continuamente vas enriqueciendo nuestra alma. ¡Oh, seas siempre bendecido por todas tus creaturas!
Termina de una vez por todas la Apostasía de tantas almas pertenecientes al rebaño de Jesucristo.
Venga pronto tu Reino; santifica, Padre Santísimo a tu Iglesia; haz llover abundantemente Tu Misericordia sobre aquellas almas que hasta ahora no Te han conocido. Destruye el reino de Satanás y revela, para la confusión de esta bestia infernal, todos sus malvados engaños; manifiéstale a todos los esclavos de este horrible miserable cuán mentiroso es él.
Bondadosísimo Padre, ilumina las inteligencias de todos los hombres y toca sus corazones, para que los fervorosos no se enfríen y no se ralenticen en el camino de Salvación, los tibios se enfervoricen, y aquellos que se alejaron de Ti puedan retornar. Disipa y confunde a todos los sabios de este mundo, para que no muevan a guerra ni impidan la propagación de Tu Reino.
Finalmente, ¡oh Padre tres veces Santo!, destierra de Tu Iglesia todas las disensiones que existen, e impide el nacimiento de otras, a fin de que haya un solo rebaño y un solo Pastor. Multiplica por cien el número de las almas electas, envía muchos Santos e instruidos Ministros y santifica a los que actualmente tenemos. Haz retornar, por su medio, el fervor en todas las Almas Cristianas.
Haz que crezca el número de los Misioneros Católicos, porque una vez más tenemos razón de lamentarnos con el Divino Maestro: “La mies es mucha, pero los obreros son pocos."
Y concluye el Padre Pío su carta diciendo:
"Annita, no te olvides de orar por esas intenciones que te he señalado. Porque, sin ser tú apóstol, sacerdote o misionero, obtendrás la corona que el Padre celestial ha preparado ab ætérno para ellos. Pero hay otra oración que no debes omitir. ¿Ves cuántos desprecios y sacrilegios cometidos por los hijos de los hombres a la Santísima Humanidad de Su Hijo en el Sacramento de Su amor?. Nos toca levantarnos, Annita, porque hemos sido escogidos de antemano por la Bondad del Señor, para ser miembros de su Iglesia, o como San Pedro dijera: de un real Sacerdocio. Nos toca, repito, defender el Honor de este mansísimo Cordero, siempre solícito para socorrer el caso de las almas en cuestión, siempre mudo cuando se trata algo sobre Sí.
Que toda nuestra vida, todas nuestras acciones y todas nuestras aspiraciones sean completamente dirigidas a ofrecer reparación por las ofensas que nuestros ingratos hermanos continuamente le hacen a Jesús en el Santísimo Sacramento.
Pero nuestros pensamientos deben ser más elevados aún. Hay un Padre allá arriba que solo puede y debe dar todo para glorificar a Su Santísimo Hijo. Debemos llamar al Divino Corazón del Padre, con santa y filial confianza, y pedirle que Él mismo tome la defensa de Jesús Sacramentado, bien sea trayendo el Fin del Mundo o deteniendo tanta iniquidad".
NOTA
1 Fue el Papa San Pío X el que advirtió que "ya no es necesario ir a buscar a los autores del error fuera de la Iglesia, pues se ocultan en su seno..."; así vemos que en la Italia de principios del siglo pasado, la Masonería ganó muchos adeptos entre las filas del Clero, especialmente en la región meridional del país, donde además se aliaron a la Camorra, equivalente a la Mafia napolitana.
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