1 Dios Padre manda a Su amado Hijo bajar del Cielo por tu salvación.
2 El Espíritu Santo cambia pan y vino en el verdadero Cuerpo y Sangre de Cristo.
3 El Hijo de Dios baja del Cielo y se oculta bajo la forma de la Sagrada Hostia.
4 Aún se degrada hasta tal punto que está presente en la partícula más diminuta de la Sagrada Hostia.
5 En la Santa Misa se renueva el Misterio Redentor de la Encarnación.
6 Cristo nace de nuevo en el mundo de una manera real y mística, por tu salvación, cada vez que se celebra la Santa Misa.
7 Jesús hace sobre el Altar los mismos actos de adoración que hizo cuando estaba en la tierra por su salvación.
8 Nuestro Señor renueva Su amarga Pasión para que tú puedas participar en ella, por tu propia salvación.
9 Cristo renueva místicamente Su Muerte y sacrifica Su Vida preciosa por ti.
10 Derrama Su Preciosísima Sangre de una manera mística y se la ofrece a la Divina Majestad por ti.
11 Con Su Preciosa Sangre asperje tu alma y la purifica de toda mancha de pecado.
12 Cristo se ofrece por ti como un verdadero Holocausto y le da a la Divinidad el Honor supremo que le es debido.
13 Por el ofrecimiento de este acto de adoración a Dios, tú estás haciendo reparación por tus faltas en darle la Gloria que merece.
14 Por ti, Jesús se ofrece como un Sacrificio de alabanza, expiando tus omisiones en alabar Su Santo Nombre.
15 Por el ofrecimiento de esta oblación con Cristo, estás dándole mayor alabanza que los Ángeles.
16 Cristo se ofrece por ti como un Sacrificio perfecto de acción de gracias, en compensación por todas las veces que tú no lo hiciste.
17 Por el ofrecimiento del acto de acción de gracias de Cristo a Dios, estás agradeciendo suficientemente por todos los dones y beneficios que de Él has recibido.
18 Cristo se ofrece por ti como la Víctima Todopoderosa, reconciliándote con Dios, a quien has ofendido por el pecado.
19 La Santa Misa perdona todos tus pecados veniales, con tal que esté resuelto firmemente a evitarlos.
20 Tú también haces reparación por tus muchos pecados de omisión, cuando dejaste de hacer el bien que pudiste hacer y no hiciste.
21 Quita muchas de las imperfecciones que tienen tus buenas obras, como vanidad.
22 Por la Santa Misa se te perdonan muchos de esos pecados, sean olvidados o desconocidos, que nunca has mencionado en Confesión.
23 En la Santa Misa te ofreces como Víctima para hacer satisfacción por una parte a lo menos de tus deudas y transgresiones.
24 Cada vez que asistes a Misa, puedes hacer más reparación por tus pecados que la que puedes hacer con el acto más severo de penitencia.
25 En la Misa, Cristo te acredita con una porción de Sus méritos, que tú puedes ofrecer a Dios Padre en reparación de tus pecados.
26 Cristo se ofrece en la Misa por ti, como la Ofrenda de Paz más eficaz, tan ardientemente, como intercedió por tus enemigos en la Cruz.
27 Su Preciosa Sangre suplica por ti en el Altar en palabras tan incontables como las gotas de Sangre que fluyeron de Sus venas durante Su Pasión.
28 Cada una de las Heridas adorables que sufrió Su Sagrado Cuerpo es una voz pidiendo clemencia.
29 En virtud de la reparación realizada por esta Víctima, las peticiones hechas durante la Santa Misa serán concedidas más pronto que las hechas fuera de la misma.
30 Tu oración es más eficaz durante la Santa Misa que fuera de ella.
31 Esto es porque Cristo une Sus oraciones con las tuyas y se las ofrece a Nuestro Padre Celestial.
32 También informa al Padre de tus necesidades y los peligros a los cuales estás expuesto, y hace de tu salvación eterna Su interés particular.
33 Los Ángeles que también están presentes en la Santa Misa suplican por ti y presentan tus pobres oraciones ante el Trono de Dios.
34 El Sacerdote ofrece la Misa por ti, y en virtud de esta ofrenda, quedas especialmente protegido frente al perverso enemigo.
35 Se ofrece el Santo Sacrificio de la Misa a Dios Omnipotente por ti y tu salvación sempiterna.
36 Cuando asistes a la Santa Misa con devoción, eres tú mismo un sacerdote en el alma, autorizado por Cristo para ofrecer la Misa por ti mismo y otros.
37 Por el ofrecimiento de este Santo Sacrificio, estás presentando la Dádiva más grata a la Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo.
38 En realidad, en la Misa se ofrece la más preciosa de todas las Dádivas que tiene un valor mayor al de todas las cosas en el Cielo y en la tierra juntas.
39 La Dádiva que ofreces en la Santa Misa es verdaderamente preciosa, es el mismísimo Dios.
40 Por este Sacrificio, estás honrando a Dios como solo Él es digno de ser honrado.
41 Por este Sacrificio le das satisfacción infinita a la Santísima Trinidad.
42 Puedes presentar esta Oblación gloriosa como tu propia dádiva, pues Cristo mismo te la dio.
43 Cuando asistes a la Santa Misa correctamente, estás cumpliendo un acto de adoración altísima.
44 Por la asistencia a la Santa Misa estás rindiendo la reverencia más profunda, el homenaje más adecuado a la Sagrada Humanidad de Nuestro Señor.
45 La Santa Misa es el mejor medio de todos de venerar la Pasión de Cristo y de obtener una parte en los frutos de Su Pasión.
46 Es también el mejor medio de venerar a la Santa Madre de Dios y de aumentar Su alegría.
47 Por la asistencia a la Santa Misa, puedes dar a los Ángeles y Santos mayor Honor que por la recitación de muchas oraciones.
48 Por la asistencia a la Santa Misa con devoción, puedes también enriquecer tu propia alma, más que por cualquier otro medio.
49 Porque, por hacer esto, estás cumpliendo una obra buena del mayor valor posible.
50 El Santo Sacrificio de la Misa es el ejercicio más excepcional de Fe pura, del que recibirás un premio grande.
51 Cuando haces una reverencia a la Sagrada Hostia y a la Sangre Preciosa, estás en realidad cumpliendo un acto supremo de Adoración.
52 Pues cada vez que contemplas con reverencia a la Sagrada Hostia, acumulas una recompensa en el Cielo.
53 Cada vez que te golpeas el pecho con compunción, algunos de tus pecados son perdonados.
54 Si asistes a la Santa Misa en pecado mortal, Dios te ofrece la gracia de la conversión.
55 Si asistes a la Santa Misa en estado de gracia, Dios te da un aumento de gracia santificante.
56 En la Santa Comunión, realmente recibes la Carne de Cristo para comer y Su Sangre Preciosa para beber.
57 En la Misa, tienes el privilegio de contemplar a Cristo con Sus propios ojos, escondido bajo el Velo Sacramental y de ser contemplado por Él.
58 En la Santa Misa recibes la bendición del Sacerdote, que es confirmada por Cristo en el Cielo.
59 A causa de tu constancia en asistir a Misa, obtendrás bendiciones corporales y espirituales.
60 Además, serás preservado contra muchas desventuras que te pasarían si no asistieses a la Santa Misa.
61 También serás fortalecido contra tentaciones que si no te habrían vencido.
62 Por la asistencia frecuente a la Santa Misa, obtendrás la gracia de una muerte santa.
63 El amor que manifiestes por la Santa Misa, conseguirá para ti la ayuda especial de los Ángeles y Santos en tu lecho de muerte.
64 El recuerdo de las Santas Misas a las cuales hayas asistido durante tu vida será un dulce consuelo para en la hora de tu muerte y te inspirará confianza en la Misericordia Divina.
65 Estas Misas frecuentes no serán olvidadas cuando te encuentres ante el Divino Juez: le inclinarán a moderar la Justicia con Misericordia.
66 No tienes que temer un tiempo largo y terrible en el Purgatorio cuando, en gran parte has expiado tus pecados por la asistencia frecuente a la Santa Misa.
67 Una Misa asistida con devoción hará más para disminuir las penas del Purgatorio que cualquier acto de penitencia, por muy difícil que sea de hacer.
68 Una Misa asistida durante tu vida será de mayor beneficio para ti que muchas Misas de Réquiem después de tu muerte.
69 Por la frecuente asistencia a la Santa Misa ganarás un lugar alto en el Cielo que será tuyo para toda la Eternidad.
70 Tu felicidad en el Cielo, además, se verá aumentada por cada Santa Misa a la cual hayas asistido en la tierra.
71 Ningunas oraciones ofrecidas por tus parientes o amigos son tan eficaces como la asistencia a una sola Misa ofrecida en nombre de ellos.
72 Puedes recompensar abundantemente a todos tus benefactores asistiendo a la Santa Misa por su intención.
73 La mejor ayuda, la mayor consolación que les puede ofrecer a los afligidos, los enfermos, los moribundos, es asistir a la Santa Misa en nombre de ellos.
74 Por esta misma manera, puedes obtener para los pecadores la gracia de su conversión.
75 Puedes ganar también gracias para todos los Cristianos fieles.
76 Además, puedes lograr un gran refrigerio para las Benditas Almas del Purgatorio.
77 Si no tienes en tu poder obtener una Santa Misa celebrada por tus amigos o parientes difuntos, la asistencia devota al Santo Sacrificio puede liberarles del tormento de sus llamas.
Padre Martin de Cochem
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