miércoles, 10 de febrero de 2021

LAS MARAVILLAS DEL SANTO NOMBRE, por el Padre Paul O´Sullivan. Parte IV




DOCTRINA DEL SANTO NOMBRE


                Lo crees, lo entiendes, que Dios te quiere tanto, tan íntimamente, tan personalmente. ¡Qué alegría, qué consolación! si realmente supieras y sintieras que este Gran Dios te quiere a ti tan sinceramente!

               Nuestro Señor ha hecho aún más, nos ha dado todos sus méritos infinitos para que así podamos ofrecerlos al Eterno Padre tan a menudo como queramos, cientos ó miles de veces al día.

               Y eso es lo que podemos hacer cada vez que decimos "Jesús" si solamente recordamos lo que estamos diciendo.

               Estarás, quizás, sorprendido de esta maravillosa doctrina, ¿Nunca lo has oído antes?

               Pero ahora por lo menos ya sabes las infinitas maravillas del Nombre de "Jesús". Di este Santo Nombre constantemente. Dilo devotamente.

               Y en el futuro, cuando digas "Jesús", recuerda que estás ofreciendo a Dios todo el infinito amor y los méritos de Su Hijo, Tu estás ofreciéndole Su Divino Hijo. No puedes ofrecer nada más santo, nada mejor, nada que más le agrade, nada más meritorio para ti.

               Que desagradecidos son aquellos que nunca dan gracias a Dios por todo lo que El ha hecho por ellos. Hombres y mujeres que viven 30, 50, 70 años y nunca piensan en agradecer a Dios por Su maravilloso amor.

               Cuando dices el Nombre de Jesús recuerda también agradecer a nuestro Dulce Salvador por Su Encamación.

               Cuando estaba en la tierra, curó diez leprosos de su odiosa enfermedad. Estaban tan contentos que se marcharon llenos de alegría y felicidad, pero ¡solamente uno volvió para darle las gracias! Jesús estaba dolido y dijo: "¿Dónde están los otros nueve?"




               No tendría que sentir tristeza y dolor con mucha más razón, que le agradecemos tan poco por todo lo que El ha hecho por nosotros en la Encamación y en Su pasión.

               Santa Gertrudis solía agradecer a Dios a menudo con una pequeña jaculatoria, por su bondad, en haberse hecho hombre por ella. Nuestro Señor se le apareció un día y le dijo: "Mi querida niña, cada vez que tu honras mi encamación con esa pequeña plegaria, vuelvo a mi Eterno Padre y le ofrezco todos los méritos de la Encamación por ti y por todos los que hacen como tu". ¿No tendríamos que tratar de decir "Jesús, Jesús, Jesús" a menudo? Seguramente recibiríamos esta maravillosa gracia. 


            Continuará...



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