EL ESPANTOSO CRIMEN DE LA INGRATITUD
Damos las gracias a nuestros amigos efusivamente por cualquier pequeño favor que nos hacen. Pero olvidamos o abandonamos el dar gracias a Dios por Su inmenso amor hacía nosotros, por haberse hecho hombre por nosotros, por morir por nosotros, por todas las Misas que podemos oír, y las Sagradas Comuniones que podemos recibir y no recibimos, ¡Qué negra ingratitud!
Repitiendo a menudo el Nombre de Jesús, corregimos esta grave falta y agradecemos a Dios y le damos gran gozo y gloria.
¿No desearías dar alegría a Dios? ¿Quieres? Entonces, querido amigo, agradece, agradece, a Dios. Él está esperando tus gracias.
DIOS AMA A CADA UNO
Hemos dicho que Nuestro Señor en los espantosos sufrimientos de Su Pasión, en la agonía en el huerto, cuando estaba colgado de la cruz, nos vio a todos y ofreció—por cada uno de nosotros— los los dolores y cada gota de Su Preciosa Sangre.
¿Puede ser posible que Dios es tan bueno que piensa en cada uno de nosotros, que nos ame tanto?
Nuestros pobres corazones y mentes son pequeñas y corrompidas y encuentran difícil el creer que Dios pueda ser tan bueno, que se molesta por nosotros.
Pero Dios, como es Omnipotente, infinitamente sabio, es también infinitamente bueno, generoso y amable. Para entender como Dios pensó en cada uno de nosotros durante Su Pasión cuando estaba colgando en la Cruz, solamente tenemos que recordar lo que pasa en las millones de Sagradas Comuniones recibidas todos los días.
Dios viene a cada uno de nosotros con toda la plenitud de la Divinidad. Él entra dentro de cada uno de nosotros tan entero y completamente como está en el Cielo. Él viene a cada uno de nosotros como si esa persona fuera la única que le recibiera en ese día. Él viene con un infinito Amor por nosotros mismos. Así lo creemos todos.
¿Cómo entra dentro de nosotros? Él no solamente entra en nuestras bocas, nuestros corazones. Él viene dentro de nuestras almas. Se une a nuestras almas tan íntimamente que se hace en una manera maravillosa uno con nosotros.
Pensemos por un momento en como el Gran Omnipotente, Eterno Dios está en nuestras almas en la forma más íntima posible y que está allí con todo Su infinito Amor, que se queda allí, por un momento sino por cinco, diez o más minutos, y esto no solamente una vez sino todos los días si así lo deseamos.
Si pensamos y entendemos esto, será fácil de ver como Él ofreció todos Sus Méritos y todos Sus sufrimientos por cada uno de nosotros.
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