Santa Teresita del Niño Jesús, como buena carmelita, fue muy devota de San José desde su infancia; su amor por el Patriarca sólo era superado por el que sentía por la Virgen Santísima. Cuando siendo adolescente inicia con su padre la peregrinación a Roma, Teresita se encomienda a San José y le ruega que vele por ella; cuando visita Loreto siente una emoción profunda al pisar el mismo suelo que San José había regado con su sudor.
Ya en el Carmelo de Liseux, dedica una poesía a San José, canta su vida humilde y al servicio de Jesús y María, le contempla en su vida sencilla y dura de trabajo, le ofrece los platos fuertes de la comida y exclama como síntesis de toda su devoción: "¡Oh el bueno de San José! ¡Oh cuánto le amo!", y en el Cielo verá y cantará su Gloria.
"Pedí a San José que fuera mi custodio. Mi devoción hacia él, desde la infancia, era una misma cosa con mi amor a la Santísima Virgen. Todos los días rezaba la oración: «¡Oh San José, Padre y Protector de las vírgenes...!». Parecíame ir más protegida y a cubierto de todo peligro."
Santa Teresita del Niño Jesús y de la Santa Faz,
"Historia de un alma", cap. 6
Poesía a Nuestro Padre San José
Escrita por Santa Teresita de Liseux en 1894
José, tu vida transcurrió en la sombra, humilde y escondida,
¡pero fue tu privilegio contemplar muy de cerca
la belleza de Jesús y de María!
José, tierno Padre, protege al Carmelo;
que en la tierra tus hijos gocen ya la paz del Cielo.
Más de una vez, el que es Hijo de Dios
y entonces era niño, sometido en todo a tu obediencia,
¡descansó con placer sobre el dulce refugio
de tu pecho amante!
José, tierno Padre, protege al Carmelo;
que en la tierra tus hijos gocen ya la paz del Cielo.
Y, como tú, nosotras servimos a María y a Jesús
en la tranquila soledad del monasterio.
Nuestro mayor cuidado es contentarles, no deseamos más.
José, tierno Padre, protege al Carmelo;
que en la tierra tus hijos gocen ya la paz del Cielo.
A ti nuestra Santa Madre Teresa
acudía amorosa y confiada en la necesidad,
y asegura que nunca dejaste de escuchar su plegaria.
José, tierno Padre, protege al Carmelo;
que en la tierra tus hijos gocen ya la paz del Cielo.
Tenemos la esperanza de que un día,
cuando haya terminado la prueba de esta vida,
iremos a verte, Padre, al lado de María.
José, tierno Padre, protege al Carmelo
y, tras el destierro de esta vida, ¡reúnenos en el Cielo!
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