La palabra "Epifanía" significa manifestación,; porque en este Misterio, como en el de Navidad, Dios se hace visible. El Santo Profeta Isaías columbra en una gloriosa visión a la Iglesia figurada por Jerusalén, adonde afluyen los reyes de las naciones, y la multitud de los pueblos que habitan en las riberas de los mares, y lo más selecto de la gentilidad. Vienen de lejos en numerosas caravanas, cantando las alabanzas del Señor, a quien traen oro e incienso. El Evangelio nos muestra cómo se ha cumplido esa profecía.
En la Epifanía se celebra la unión mística de las almas con Jesús, mientras que en Navidad, adorábamos a Jesús en Su Bendita Humanidad. La Liturgia de este día conmemora una triple manifestación de la Gloria de Cristo: ante los Magos, que se postran a sus plantas, aparece como Rey de los corazones; en las aguas del Jordán es declarado Hijo de Dios, y en Caná hace brillar Su poder sobre los elementos.
Reconozcamos en los Magos adoradores las primicias de nuestra vocación y de nuestra Fe y celebremos con el corazón lleno de júbilo los comienzos de esta dichosa esperanza; porque desde este momento hemos empezado a participar de la Herencia Celestial.
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