jueves, 24 de enero de 2019

Nuestra Señora la Virgen María REGÍNA PACIS


               En el transcurso de la I Guerra Mundial, el noble Papa Benedicto XV, decidió extender el culto a Nuestra Señora de la Paz, pues siendo Ella Reina del Universo, era la única esperanza para traer el fin de la contienda europea. De los diferentes documentos y cartas que escribió con este fin, extraemos parte de la carta al Secretario de Estado del Vaticano, en la que se refleja la preocupación del Pontífice y la esperanza que éste pone en la oración confiada a la Virgen Santísima para lograr el fin de la Guerra.




               Parece que la oscura marea del odio crece más y más entre las naciones beligerantes, y la guerra, envolviendo a otros países en su espantoso remolino, multiplica las ruinas y los estragos.

               Sin embargo, Nuestra confianza no disminuye […] Y como todas las gracias que el Autor de todos los bienes se digna conceder a los pobres descendientes de Adán, por amoroso designio de su Divina Providencia, vienen distribuidas por las manos de la Virgen Santísima, Nos queremos que a la Gran Madre de Dios, en esta hora más tremenda que nunca, se eleve viva y confiada la súplica de sus muy afligidos hijos. 

               ...que se implore al Corazón de Jesús, Trono de Gracia, y que a este Trono se acuda por medio de María. Con ese fin ordenamos que, desde el comienzo del próximo mes de Junio, quede fijada en las Letanías Lauretanas la invocación “Regina pacis, ora pro nobis”

               Elévese, por tanto, hacia María, que es Madre de Misericordia y omnipotente por la gracia, desde todos los lugares de la tierra, desde los templos más nobles hasta las más pequeñas capillas, desde los palacios regios hasta las más pobres casuchas, desde allí donde haya un alma fiel, desde los campos y los mares ensangrentados, la piadosa y devota invocación [“Regina pacis, ora pro nobis” ], y llegue hasta Ella el grito angustiado de las madres y esposas, el gemido de los niños inocentes, el suspiro de todos los corazones bien nacidos. Que Su dulce y benignísima solicitud sea conmovida, y sea obtenida la paz suplicada para este mundo convulso. Y que los siglos futuros recuerden la eficacia de Su intercesión y la grandeza de los beneficios por Ella conseguidos.

                 Ciudad del Vaticano, 5 de Mayo de 1917 

(Carta del Papa Benedicto XV al Cardenal Pietro Gasparri, su Secretario de Estado)




               La Divina Providencia quiso escuchar el anhelo del Papa cuando, ocho días más tarde, la Virgen Nuestra Señora se apareció en Fátima, para advertir a la Humanidad del fin de la Guerra y del inicio de otra si no volvían a Dios... "Rezad el Rosario todos los días para alcanzar la paz para el mundo y el fin de la guerra." Esa fue la sencilla petición de la Virgen María: el rezo diario del Santo Rosario, como condición para terminar con la Gran Guerra que enfrentó a medio mundo. Sin embargo, la sociedad castigada por la contienda, en lugar de buscar sus esperanzas en Dios, siguió encaminándose a su auto destrucción, minusvalorando la Santa Ley de Dios e ignorando los llamados de la Virgen a la oración y a la conversión sincera. El resultado no se hizo esperar y pronto llegó la II Guerra Mundial, "durante el Pontificado de Pío XI", tal y como había advertido Nuestra Señora a los niños de Fátima.

              En la actualidad, el mundo de nuevo se debate en mil contiendas: guerras civiles, enfrentamientos fronterizos, competencia salvaje en el mercado, pobreza extrema... pero la peor batalla es la que pocos pueden apreciar, la batalla que se libra entre la luz y las tinieblas, entre los que se quieren seguir las huellas ensangrentadas de Cristo y aquellos otros que, como los sacerdotes judíos, conspiran contra él desde las sombras.

              Elevemos nuestras oraciones a la que es Reina de la Paz, para que nos bendiga con el consuelo de ser Madre de los que a Su Hijo se entregan; que por Su intercesión pronto gocemos en la tierra de aquél suspiro católico: la paz de Cristo en el Reino de Cristo.






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