miércoles, 23 de enero de 2019
San Raimundo de Peñafort
San Raimundo de Peñafort, nació en 1175 en el castillo de Peñafort, en Cataluña, España. Siendo ya sacerdote, ingresaría en la Orden de Predicadores, eximio maestro en Derecho Canónico. Sería elegido Maestro General de los Dominicos, preparó la redacción de las nuevas Constituciones.
Cuando Gregorio IX, de quien había sido un precioso colaborador, le comunicó su intención de nombrarlo Arzobispo de Tarragona, la consternación de Raimundo de Peñafort fue tal que se enfermó. El humilde y docto sacerdote, que había nacido entre el 1175 y el 1180, siempre rehusó honores y prestigio, pero nunca lo logró. Rechazando una vida cómoda y alegre (era hijo del noble castellano de Peñafort), se había dedicado desde muy joven a los estudios filosóficos y jurídicos; a los veinte años enseñaba filosofía en Barcelona, y a los treinta años, recién graduado, enseñaba jurisprudencia en Bolonia. El sueldo que obtenía por ello lo gastaba todo en socorrer a los necesitados.
Regresó a Barcelona por invitación de su Obispo, quien lo nombró canónigo. Pero cuando los dominicos llegaron a esa ciudad, le invitaron a ingresar en sus filas y Raimundo, abandonándolo todo, entró a la Orden. Dieciséis años después, en 1238, fue nombrado Superior General, cargo que no pudo rehusar. Durante dos años visitó a pie los conventos de la Orden, después reunió el Capítulo general en Bolonia y presentó su renuncia. Así, a los setenta años de edad pudo regresar a la enseñanza y a la pastoral.
Nombrado confesor del Rey Santiago de Aragón, no dudó en reprocharle su conducta escandalosa durante la expedición a la isla de Mallorca. Una leyenda cuenta que el rey había prohibido que las embarcaciones se dirigieran hacia la Península, y entonces, Raimundo, para manifestar su desacuerdo con el soberano, extendió su manta sobre el agua y sobre él navegó hasta Barcelona.
San Raimundo de Peñafort conoció a San Pedro Nolasco, Fundador de la Orden de la Merced, quien se puso bajo su dirección espiritual y le encomendó la redacción de las Constituciones de la nueva Orden.
Una de sus obras apostólicas dignas de recordar son las misiones para la conversión de los judíos y los mahometanos que vivían en España. Según la tradición, se le atribuye el mérito de haber invitado a Santo Tomás de Aquino a escribir la Summa contra Gentiles, para que sus predicadores tuvieran un texto seguro de apologética para las controversias con los herejes e infieles. Él mismo redactó importantes obras de teología moral y de derecho, entre ellas la Summa casuum para la administración correcta y eficaz del sacramento de la Confesión. Murió casi a los cien años, el 6 de Enero de 1275 y fue canonizado el 29 de Abril de 1601 por el Papa Clemente VIII.
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