El Santo Sacrificio de la Misa: el mejor medio para
aliviar y liberar a las Almas del Purgatorio
En París en el año de 1817 una pobre empleada doméstica educada cristianamente, tenía la piadosa costumbre de hacer celebrar cada mes con sus pocos ahorros una Misa por los difuntos. Atacada por una larga enfermedad y despedida por sus patrones, no tenía más dinero para satisfacer su propio deseo.
El día que salió del hospital, sólo tenía veinte pesos. Se encomendó con mucha fe al Señor y se puso a buscar empleo, al pasar frente a una iglesias se acordó que aquel mes no había mandado a celebrar la Misa acostumbrada, pero, no teniendo más que veinte pesos, vacila para privarse de ellos. Pero, triunfa en ella la bondad y entrando en la Iglesia dona los veinte pesos, que en aquellos tiempos era la ofrenda fijada para una Misa. Sale de la Iglesia preocupada y afligida por su mísero estado cuando se encuentra con un joven alto, pálido y de noble aspecto el cual le dice:
- ¿Usted busca empleo verdad? - Sí, mi señor, responde la mujer. -Bien, vaya a la calle x...cerca de la señora x.. y encontrará donde colocarse.
Y desapareció entre la gente sin darle tiempo para agradecerle.
La buena mujer se dirigió de inmediato a la dirección señalada por el joven y al subir la escala ve descender a una empleada doméstica con un paquete bajo el brazo. Le preguntó si la señora estaba en casa, pero, ésta le respondió bruscamente que la señora le abriría ya que en ese momento dejaba su trabajo. La buena mujer se da valor y golpea la puerta. Le viene a abrir la señora de aspecto noble, a la que la joven contó lo que le había sucedido. La señora maravillada se preguntaba quién pudo haberle dado su dirección, ya que recién había despedido a su empleada por insolente y por mala conducta.
Y mientras se sorprendía de que un joven desconocido le hubiese dado la dirección, la empleada levantando los ojos hacia un mueble y cogiendo el retrato de un joven que allí estaba, se paró y dijo: - Aquí señora está el joven que me ha hablado, y de parte de quién vengo yo. Ante tal afirmación, la señora lanzando un grito, cayó desmayada. Apenas vuelta en sí, se lanzó al cuello de la joven y abrazándola con efusión le dijo: - A partir de este momento yo te considero como mi querida hija y no como empleada, porque fue mi hijo, el que yo perdí hace dos años, quien te mandó y se debe a la Misa que tu mandaste a celebrar por su liberación del Purgatorio.
De estos hechos absolutamente verídicos, tenemos muchos y todos testimonian la protección de las almas purgantes para quienes las sufragan.”
"El Purgatorio" por el Padre Dolindo Ruotolo
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Le agradezco el compartirlo, si tiene más casos por favor no dude en postearlos.
ResponderEliminarAtte. en CRISTO
Al hacer sufragios por las benditas ánimas, dicen los santos que, ejercemos las siete obras de misericordia. Da pena ver cuán abandonadas están las santas almas en estos días. La nueva liturgia se olvida vergonzosamente de ellas.... Nosotros aúnque pobres pecadores, sigamos rogando por ellas.
ResponderEliminarQue poco hacemos por las benditas animas. Cuanto podemos hacer!!! Los que acostubran a usar agua bendita es recomendable que al tomar el agua dejen caer algunas gotas para las animas o decir jaculatorias en su sufragio.
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