Una señora de como cuarenta años se presentó a la puerta y le suplicó diciendo: - Padrecito, venga rápido, se trata de un joven que está en peligro de muerte. – Bueno, iré mañana a primera hora. – No, vaya enseguida, insistió la señora, porque mañana será tarde. – Bien, en ese caso, deme la dirección. Al inclinarse vio el rostro doloroso de la mujer que escribió “37, calle Descartes, 2° piso”. Tranquilizada por la promesa del sacerdote, la señora agradeció y desapareció en la noche.
El sacerdote salió enseguida a la dirección mencionada y al llegar al 2° piso, tocó la puerta. Se presentó casi inmediatamente un joven de 20 años, muy sorprendido por la visita a esa hora tan avanzada.
-¿Es aquí que hay un joven en peligro de muerte? preguntó el sacerdote.
Sorprendido y risueño, el joven contesto: “Soy el único joven de este inmueble, y estoy en perfecta salud”.
“Sin embargo, es esta la dirección escrita por la señora que me fue a buscar” y el sacerdote le mostró el papelito. -¡Qué curioso!...yo conozco esta letra...pero no es posible. Pase Padre, me parece que tiene frío. Venga a calentarse.
Después de unos instantes el joven dice: -“Hace mucho tiempo... dos años que deseaba encontrar a un sacerdote, pues no me atrevía, pues sabe... tengo mucho que reprocharme...”
Cuando el sacerdote se despidió, dejó al joven en paz, feliz de haberse reconciliado con Dios, por la Confesión. Mientras regresaba, empezaron las explosiones de los bombardeos, provocando incendios en medio de un ruido ensordecedor. El sacerdote se precipitó a la posta más cercana donde empezaban a llegar los primeros heridos, los agonizantes y los muertos.
Estaba reconfortando a un herido, cuando bruscamente, asustado, fijó su mirada en el rostro de un cadáver que acababan de depositar en el suelo: era el joven de la calle Descartes. Le sacaron sus documentos para identificarlo. El sacerdote se acercó: de la billetera cayó una foto, el padre la recogió, era el rostro de la visitante nocturna. Al dorso de la foto estaba apuntado:
“ Mamá 1898 – 1939, y cerca de la fotografía, había una carta amarillenta por el tiempo....firmada: “Tu mamá...”. La letra era la misma de la señora que había apuntado la dirección.”
"El Purgatorio" por el Padre Dolindo Ruotolo
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Excelente artículo Sr. Juan Diego, lo felicito y animo a seguir publicándolos.
ResponderEliminarSaludo en CRISTO
Impresionante.
ResponderEliminarSobre María Simma, he leído que también se le aparecían almas del Purgatorio de personas de otras religiones. Entonces no entiendo el Dogma de Fé "Fuera de la Iglesia Católica no hay salvación"
Catecismo de la Iglesia Católica 847 Esta afirmación no se refiere a los que, sin culpa suya, no conocen a Cristo y a su Iglesia:
EliminarLos que sin culpa suya no conocen el Evangelio de Cristo y su Iglesia, pero buscan a Dios con sincero corazón e intentan en su vida, con la ayuda de la gracia, hacer la voluntad de Dios, conocida a través de lo que les dice su conciencia, pueden conseguir la salvación eterna (LG 16; cf DS 3866-3872).