Deja de haber Víctima para el Sacrificio. Y, por tanto, deja de haber Misa. Dicho de otra forma: deja de existir Sacrificio y nuestra Misa es vana. Nos quedamos sin Misa. (Ha dejado de ser el Sacrificio que nos dio Nuestro Señor, en la Santa Cena y en la Cruz y que les mandó a los Apóstolesperpetuar sobre el altar). Es el segundo elemento indispensable. Primero, el Sacrificio, luego, la Presencia Real. Hablemos ahora del Carácter Sacerdotal del Ministro.
Es el sacerdote el que ha recibido el encargo, de Dios Nuestro Señor, de continuar el Sacrificio y de ninguna manera los fieles. Cierto es que los fieles se han de unir al Sacrificio, unirse de todo corazón, con toda su alma, a la Víctima, que está sobre el altar, como debe hacerlo también el sacerdote. Pero los fieles no pueden ofrecer, en manera alguna, el Santo Sacrificio, "in persona Christi", como el sacerdote.
El sacerdote está configurado al Sacerdocio de Cristo, está marcado para siempre, para la eternidad. "Tu est sacerdos in aeternum"... Sólo él puede ofrecer verdaderamente el Sacrificio de la Misa, el Sacrificio de la Cruz. Y, por consiguiente, sólo él puede pronunciar las palabras de la Consagración.
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