La Santísima Virgen enseñó a Santo Domingo este excelente método de orar. Y le ordenó predicarlo para despertar la piedad de los Cristianos y hacer revivir el Amor de Jesucristo en sus corazones. Lo enseñó también al Beato Alan de la Roche. "El rezo de ciento cincuenta Avemarías -le dijo- es una oración muy útil, es un obsequio que agrada mucho. Y lo es aún más y harán mucho mejor quienes las reciten meditando la Vida, Pasión y Gloria de Jesucristo. Porque esta meditación es el alma de tales oraciones."
En efecto, el Rosario sin la meditación de los Sagrados Misterios de nuestra salvación sería como un cuerpo sin alma, una excelente materia sin su forma, que es la meditación, la cual distingue al Rosario de las demás devociones.
San Luis María Grignion de Montfort
"El Secreto Admirable del Santísimo Rosario"
"...la generalización de la práctica del Rosario obtuvo un reavivamiento de la Fe. Con esto el rosario pasó a ser, en las épocas en que hubo verdaderamente Fe en el mundo, una de las Devociones clásicas Católicas. A tal punto que no solo las imágenes de Nuestra Señora del Rosario se generalizaron por toda la tierra, sino también la práctica de esta Devoción era un elemento oficial del hábito de muchas Órdenes Religiosas.
De entre las mil cosas que se podrían decir a respecto, gustaría acentuar exactamente esta ligación del origen del Rosario y la Virtud de la Fe, entre el Rosario y la derrota de los herejes. El Rosario siempre fue considerado un arma potentísima de la Fe. Sabemos que la Virtud de la Fe es la raíz de todas las virtudes, y las otras tienen que brotar de una Fe viva, o entonces ellas no son auténticas virtudes. Por lo tanto, no adelanta pretender cultivar las otras virtudes y ser negligentes con la Virtud de la Fe.
Para nosotros, que llevamos una vida de lucha legal y doctrinaria en favor de la Ortodoxia, y que consideramos la victoria de la Ortodoxia y de la Contra-Revolución en el mundo un ideal de nuestra vida, esta Devoción dice mucho. Precisamente porque ella establece el nexo entre nuestra vida y la Devoción a Nuestra Señora, que aparece claramente aquí como siendo Aquella que sola aplastó todas las herejías, como dice la liturgia. Las aplastó, en gran parte, por el Rosario.
El Rosario es el arma de la Ortodoxia, el arma del Ultramontanismo, y la Devoción por la cual aplastamos las raíces del mal espíritu que pueda haber en nosotros, y derrotamos la herejía y el mal espíritu y la lucha que estos mueven contra nosotros. De manera que el Rosario es una práctica típica para nosotros, y es por esta razón que insistimos tanto sobre ella. De tal manera que se debe considerar que la vida de un Contra-revolucionario sólo es normal y sólo está en regla, cuando, entre otras cosas, reza diariamente las tres partes del Rosario.
No tiene propósito que alguien diga lo siguiente: “Prefiero rezar una parte bien rezada en vez de un Rosario entero como un papagayo”. Hubo un Santo a quien una persona le dijo esto y él le respondió: “Está bien rece con todo recogimiento un Avemaría”. La persona intentó rezarlo, y no consiguió. Alguien me dijo que Santa Teresita jamás consiguió, en toda su vida, rezar un Avemaría sin distracción.
La verdad es que rezar sin distracción un Avemaría es una obra prima. Y puesto que difícilmente se consigue rezar un Avemaría sin una cierta distracción, vale la pena compensar la falta de calidad por la cantidad. Si apenas soy capaz de rezar Avemarías con distracción, es mejor rezar 50 Avemarías con distracción de que un avemaría con distracción. Es evidente.
De manera que el rezo del Rosario tiene mucho valor. Es una oración humilde, no presumida, no tiene la manía protestante de exceso de prestar atención en las cosas. Por el contrario, comprende la fragilidad humana e impulsa las cosas para que progresen. Por eso la repetición que hay en el Rosario está lejos, y hasta muy lejos, de ser estéril. Ella tiene el gran mérito de la insistencia. El propio Nuestro Señor recomendó, como una de las cualidades de la oración, que ella fuese insistente. La oración insistente consigue las cosas. Si insistimos, aunque apenas verbalmente, obtendremos la gracia.
Por lo tanto, recomiendo la oración del Rosario como siendo el “arma” del Contra-revolucionario para perseverar, para santificarse y para derrotar las herejías.
Plinio Corrêa de Oliveira
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