viernes, 13 de marzo de 2020

SANTO VIACRUCIS, Decimocuarta Estación: "JESÚS ES COLOCADO EN EL SEPULCRO", por el Doctor Plinio Corrêa de Oliveira


              Siguiendo el esquema de piedad de LA SEMANA DEL BUEN CRISTIANO, dedicamos este día viernes al Sacratísimo Corazón de Jesús y a meditar en reparación al Mismo Corazón, los sufrimientos que padeció Nuestro Señor en Su Dolorosa Pasión.

             Un sencillo método -tanto para los que se inician en esta necesaria devoción como para aquellas personas piadosas que carecen de tiempo- es centrarnos en una de las Estaciones del Santo Viacrucis, si bien siempre será lo ideal, rezarlo completo para poder lucrar las indulgencias que lleva concedidas.





               Al mismo tiempo que las pesadas lajas del sepulcro velan el Cuerpo del Salvador a las miradas de todos, la Fe vacila en los pocos que habían permanecido fieles a Nuestro Señor.

              Pero hay una lámpara que no se apaga, ni parpadea, y que sola arde plenamente, en esta oscuridad universal. Es Nuestra Señora, en cuya alma la Fe brilla tan intensamente como siempre. Ella cree. Cree por entero, sin reservas ni restricciones. Todo parece haber fracasado. Pero Ella sabe que nada fracasó. En paz, aguarda la Resurrección. Nuestra Señora resumió y compendió en Sí a la Santa Iglesia, en esos días de tan extensa deserción.

               Nuestra Señora, Protectora de la Fe. Este es el tema de la presente Meditación. De la Fe y del Espíritu de Fe, o sea del Sentido Católico. Hoy, a muchos ojos, las posibilidades de restauración plena de todas las cosas según la Ley y la Doctrina de Nuestro Señor Jesucristo parecen tan irremediablemente sepultadas cuanto a los Apóstoles parecía irremediablemente sepultado Nuestro Señor en Su sepulcro. Los que tienen devoción a Nuestra Señora reciben de Ella, sin embargo, el inestimable don del Sentido Católico. Y, por eso, ellos saben que todo es posible, y que la aparente inviabilidad de los más osados y extremados sueños apostólicos no impedirá una verdadera resurrección, si Dios tuviere pena del mundo y el mundo corresponde a la Gracia de Dios.

               Nuestra Señora nos enseña la perseverancia en la Fe, en el Sentido Católico y en la virtud del apostolado intrépido –"Fides intrépida"– incluso cuando todo parece perdido. La Resurrección vendrá pronto. Felices los que supieren perseverar como Ella, y con Ella. De ellos serán las alegrías, en cierta medida las glorias del día de la Resurrección.





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