"Corazón de Jesús, te quiero tanto y ansío quererte y que te quieran tan locamente que, si no fueras inmutable en Tu Ser y en Tus propiedades, me temo que a fuerza de nombrarte con la boca y con el corazón, de ungirte con nuestras lágrimas y nuestros sudores, de buscarte y de leerte y de escribirte en cuantas cosas vemos y tocamos...te gastemos el Nombre"
Don Manuel González,
"el Obispo de los Sagrarios Abandonados"
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