Hace unos días el mismo Francisco del Vaticano se dirigió a una basílica romana, haciendo a pie los últimos metros del camino, para rezar delante de un Cristo milagroso que en otras épocas salvó a la Ciudad Eterna de otra peste.
Hace escasos días el Cardenal de Buenos Aires con todos sus obispos auxiliares vestidos casi de civil y con sus cruces pectorales colgando sobre sus camisas fue a la Catedral de la ciudad a rezar de pie ante un venerado Cristo que se conserva en uno de sus altares, dirigiendo con voz aflautada una súplica al Cristo para protección contra la peste.
Es con verdadera devoción y no a aflautando la voz que se llega al Corazón Sagrado de Jesucristo.
Todas esas voces a las que me he referido en las líneas precedentes se han alzado ahora temerosas o teatrales para rezar al Cristo cuyos derechos han pisoteado durante años.
Lamentan esas voces a los muertos por la enfermedad. Ciertamente es justo llorar por los que mueren y que muchas veces no pueden ni ser asistidos, porque los gobernantes, otras tantas veces beneficiaron la política con desmedro, de la salud de sus pueblos y esto en muchos países.
Pero esas mismas voces hicieron durante años un coro de silencio delante de pecados atroces y de aberraciones; hasta hace unos días se quería discutir nuevamente el aborto en la Nación (Argentina) y tanto el predicador de esta mañana ante la plaza vacía como los obispos que le hablaban de pie al Dios del Universo que adoran sus Ángeles en el Cielo, como dice la Sagrada Escritura, guardaron un silencio sepulcral para no oponerse a la omnímoda democracia que quiere legislar sobre la Ley de Dios.
Dios Nuestro Señor castigó a Sodoma y a las ciudades pecadoras (Ep. de San Judas 9,7; Libro del Deuteronomio 29,23; Profeta Ezequiel 16, 49; Libro del Génesis 19, 24; Profeta Isaías 13, 19; Libro de las Lamentaciones 4, 6; Ep. II de San Pedro 2, 6; etc.) por los pecados horrorosos que allí se cometían mientras que la Roma actual y los obispos casi al unísono pregonan una misericordia que ya no llama pecado al pecado, que no tiene la caridad de decirles que Dios castigó esos crímenes y que no son más que la expresión ilegítima de un desorden. Quizás ese silencio sirve de telón para cubrir la culpa de muchos miembros del clero oficial.
Ahora bien, es lícito preguntarse si esas voces serán escuchadas, si esos tardíos lamentos ante una enfermedad desgraciada y ante los muertos y moribundos que en algunos países son centenares, serán atendidos por Dios.
¿A qué Dios le rezan? ¿Al que igualaron con la Pachamama en la Basílica de San Pedro? ¿Al que igualaron en Asís desde hace años, tanto Juan Pablo II, Benedicto XVI como el actual Francisco, a los dioses de otras religiones?
La Sagrada Escritura dice claramente: “Todos los dioses de las gentes son demonios” (Salmo 95, 5); “Inmolaron a los demonios y no a Dios” (Libro del Deuteronomio, 32,17); “Inmolaron sus hijos y sus hijas a los demonios” (Salmo 105, 37).
¿Puede Dios escuchar la voz de los que callaron con una culpa inaudita cuando las Naciones preparaban leyes inicuas para asesinar niños en el seno de sus madres?. Nos dirían esos niños, de poder decirlo "¿Acaso nosotros no teníamos derecho a vivir? ¿Por qué no nos defendieron y dejaron humillar a nuestras naciones con nuestra sangre inocente? ¿Es justo que ustedes reciban sonrientes a los que nos quieren matar? ¿Quieren ustedes que Dios les libre de lo que no nos liberaron a nosotros? Ustedes no dejaron que nos ganáramos el Cielo y quieren salud para muchos que también callaron con ustedes..."
No digo que no debamos rezar delante de un flagelo como lo es esta enfermedad, claro que es bueno hacerlo pero no sin dejar de burlarse de Dios. Pecar pretendiendo el derecho de hacerlo y rezar a Dios es una blasfemia. Rezar pidiendo ayuda y consentir al asesinato de los niños es una aberración y callar cuando es obligatorio hablar es tan criminal como causar las muertes que deberían evitarse.
¿A qué Dios reza Francisco por el Covid-19?
Dice que su maestro es Jesucristo,
Abba la luz... y Pachamama, ¿qué es?
“Y yo creo en Dios. No en un Dios católico,
no existe un Dios católico, existe Dios.
Y creo en Jesucristo, su encarnación.
Jesús es mi maestro y mi pastor, pero Dios,
el Padre, Abba, es la luz y el Creador. Éste es mi Ser...”
(Jorge Bergoglio, Francisco, en una entrevista con Eugenio Scalfari)
Dios no escuchará esas oraciones hasta no ver la conversión de los que rezan, es justísimo que eso sea así, no se puede morder la mano de quien nos alimenta y pretender que siga haciéndolo.
Las leyes de la Vida y de la Naturaleza no son nuestras, son para nosotros y ellas rigen la existencia, una existencia que recibimos, no que conquistamos.
La enfermedad, accidental o causada, culpable o no, avanza en todos los países. Hace pocos días un sismo leve en Bosnia, otro en los Altos Alpes en Francia, uno fuerte (7.5 grados) en el mar frente a Rusia...
Deben los hombres confesar su insensatez al querer contradecir a Dios, al querer igualarlo con cualquier fetiche, al ensombrecer la tierra con tantos pecados, con tantas injusticias, con tantas inmoralidades.
No en vano dice la Sagrada Escritura:
“Peleará con Él, contra los insensatos, el orbe de la tierra” (Sabiduría c. 5, v. 21), y unos versículos antes: “Armó a la criatura para castigo de sus enemigos” (Sabiduría c. 5, v. 18).
Vuélvanse los hombres a Dios, no con la pretensión de seguir pecando sino con el dolor sincero de haberlo hecho.
Cuando los habitantes de Cafarnaúm rechazaron a Jesucristo, Nuestro Señor dijo estas palabras: “En verdad te digo que la tierra de Sodoma será más perdonada que tú en el Día del Juicio”. (Evangelio de San Mateo, cap.10, vers.15)
Si queremos de Dios hemos de volvernos a Dios. Quiera hoy María Santísima, en su más grande Fiesta, convertirnos a Su Hijo Bendito.
Ave María Purísima.
En la Anunciación de María Santísima 2020.
+ Monseñor Andrés Morello, Obispo
Superior de la Compañía de Jesús y de María
(El Bolsón, Río Negro, Argentina)
Monasterio de Nuestra Señora de Guadalupe
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